bajo un acuerdo especial con
presenta "Exploradores serie 2"
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Lección 6: ¡CRISTO Vive en Mí!
Querido(a) amigo(a):
Dios ha hecho muchas cosas maravillosas por mí. Él perdonó todos mis pecados, me sacó de la familia pecaminosa de Adán y me puso en la familia de Cristo. Él me ha hecho una nueva persona en Cristo, me ha hecho Su hijo y Él me ama y acepta como Él ama y acepta a Su propio Hijo.
Ser un hijo(a) de Dios es lo más maravilloso del mundo, pero la vida cristiana aquí en la tierra no será fácil. Mi Padre celestial sabe que mi vida aquí no será fácil, pero Él tiene una respuesta maravillosa para mis necesidades.
Dios me ha dado a Cristo.
Dios dice: “Yo te daré a Mi Hijo para que viva en ti, supla todas tus necesidades y sea tu mejor Amigo”. La Biblia dice: “Y por cuanto sóis hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba Padre!” (Gálatas 4:6).
El apóstol Pablo dijo: “Cristo vive en mí”. Si tú has recibido al Señor Jesús como tu Salvador, puedes también decir estás palabras. Dilo para ti mismo ahora: “¡Cristo vive en MÍ! ¡Cristo vive en MÍ!”
Mi Salvador maravilloso está en el cielo, sentado a la derecha de Dios, pero Él también vive en mí por Su Espíritu. Dios quiere que sepa esto. La Biblia dice: “…¿No sabéis que Jesucristo está en vosotros…” (2 Corintios 13:5).
Jesucristo el Hijo de Dios, vive en mí y Él nunca me dejará. Él dice: “…No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13:5).
Jesucristo es mi mejor amigo.
Jesús no es solo mi Salvador y mi Señor, sino que Él es también mi mejor y especial Amigo. Hay muchas razones por las cuales Él es mi mejor Amigo.
*Jesús me conoce.
Jesús es mi mejor Amigo porque Él me conoce mejor que cualquier otra persona. Él es Dios y conoce todas las cosas. Él conoce todo acerca de mí. ¡Él conoce incluso mis pensamientos!
Yo soy muy importante para Jesús, Él en verdad se interesa por mí y hasta conoce cuántos cabellos hay en mi cabeza. Él los tiene todos numerados, Él dijo: “Pues aun vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:30).
*Jesús me ama.
Un mejor amigo es alguien que te ama tal y como tú eres, y sin embargo te ayuda a lograr lo mejor que tú puedas ser. Jesús es mi mejor Amigo, porque nadie más me ha amado de la forma que Jesús me ama. Él me mostró su gran amor al dar su vida por mí.
Él Señor Jesús me ama tal y como soy, pero Él me ama demasiado como para dejarme del modo que soy. Él está viviendo en mí, y día a día me está cambiando para que sea más como Él. Jesús conoce todo acerca de mis faltas y mis errores, sin embargo Él me ama igual, Él siempre me amará.
*Jesús siempre estará de mi lado.
Él desea siempre lo mejor para mí. A cada momento, allá en el trono del cielo, Él está pensando en mí y quiere ser mi mejor Amigo. Él quiere que yo me acerque a Él por cualquier cosa que me preocupe.
*Jesús está siempre conmigo.
Un mejor amigo es alguien a quien tú buscas cuando necesitas ayuda. Y como Jesús vive en mí, Él siempre está allí para ayudarme. Yo puedo volver hacia Él con todos mis sufrimientos y mis fracasos. Puedo ir a Él en oración y contarle acerca de mis necesidades y problemas, Jesús quiere que yo lo busque en oración.
¿Cómo suple Dios mis necesidades
Dios suple mis necesidades al darme a Cristo para que viva en mí. La Biblia dice: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte… en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19). Esto significa que yo puedo dirigirme al Señor Jesús en oración para todas mis necesidades. Veamos como esto funciona.
Cuando yo veo que es difícil amar a alguien, puedo ir a Jesús, Él ama a todas las personas y puedo decirle a Él: “Señor Jesús, estoy teniendo dificultad para amar a aquella persona, se que tú le amas y te pido que tú le ames a través de mí”.
Cuando necesito saber lo que debo hacer, puedo volver hacia Jesús quien vive en mí y como Él es Dios sabe exactamente lo que debo hacer. Jesús quiere que le hable acerca de mis problemas y le pregunte lo que debo hacer. Así que mientras oro y espero en Él, Jesús me guiará y me mostrará lo que debo hacer.
Cuando necesito paciencia puedo volver a Jesús y decirle: “Señor Jesús, se tú mi paciencia”. Antes cuando alguien me decía algo ofensivo, yo le respondía con algo ofensivo también. Ahora el Señor Jesús me ayuda a sonreír y decir una palabra amable a esa persona.
Tal vez yo tengo un mal temperamento y he intentado vencerlo, pero aun yo me enojo y pierdo el control. Dios quiere que yo comprenda que Cristo es mi victoria. Él siempre es victorioso y Él vive en mí.
¿Qué debo hacer? Tengo que volver hacia Jesús y decirle: “Señor Jesús, toma el control de mi situación”. Me relajo y dejo que Él viva su vida en mí. Él se encarga de mi situación. La Biblia dice: “…gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:57).
Una niña había aprendido como tener victoria sobre la tentación y alguien le preguntó como lo había hecho. Ella respondió: “Antes cuando el diablo venía a tocar a mi puerta para hacer que yo hiciera algo malo, yo iba a la puerta y le decía, '¡No entres! ¡No entres!' Pero él de todos modos entraba.
“Ahora cuando el diablo viene a golpear a mi puerta, yo digo: 'Señor Jesús, ¿podrías por favor abrir la puerta?' Cuando el diablo ve al Señor Jesús, se inclina hacia el suelo y dice: ‘Lo siento he venido a la puerta equivocada’, y vuelve la espalda y se marcha”.
El secreto de la victoria es depender de Jesús quien vive en mí, en vez de tratar de hacer todas las cosas por mí mismo. El apóstol Pablo dijo: ”Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Jesús quiere que yo disfrute de Él.
El Señor Jesús no es una “fuerza”; ¡Él es una persona! Él quiere que yo le ame y disfrute de Él del modo que los mejores amigos se aman y disfrutan el uno del otro.
La forma de disfrutar de una persona es amándola y pasar tiempo con ella. Tú puedes pasar tiempo con Jesús al leer su Palabra y orarle a Él. Entre más ames a Jesús, más disfrutarás de Él. ¡Cuando tú estás enamorado de Jesús, serás un hijo de Dios feliz!
Si en verdad amo al Señor Jesús, desearé complacerle, y como Jesús está siempre conmigo, debo hacerme algunas preguntas:
¿Se complace Jesús cuando escojo amigos que no le aman? No, Él no se complace.
¿Le complace a Él cuando yo la paso con aquellos que dicen malas palabras y hacen cosas malas? No, Él no se complace.
¿Se complace Jesús cuando yo veo películas y programas de televisión con malos mensajes? No, Él no se complace.
¿Le complace a Jesús cuando escucho música que tiene palabras vulgares? No, a Él no le complace.
Dondequiera que yo vaya, Jesús va conmigo. Cualquier cosa que yo veo, Jesús la ve conmigo. Cualquier cosa que yo escucho, Jesús la escucha conmigo. Si en verdad yo amo a Jesús, escogeré amigos que le amen, y no veré ni escucharé cosas que lo ofendan.
1. Jesucristo, el Hijo de Dios vive en mí para suplir mis necesidades y ser mi mejor Amigo.
2. El secreto de la victoria es depender de Jesús quien vive en mí, en vez de tratar de hacer todo por mí mismo.
3. Entre más amo a Jesús, más lo disfrutaré. Si en verdad yo le amo, gastaré tiempo con Él cada día, leyendo su Palabra y orando a Él. Y si en verdad le amo, no haré cosas que lo ofendan a Él.
“Padre, te agradezco por darme a Jesús para que viva en mí. Por favor ayúdame a aprender a depender de Él, en vez de tratar de hacer todo por mí mismo. Ayúdame a amar a Jesús con todo mi corazón y hacer las cosas que le agradan, en el Nombre de Jesús, amén”.
CAPÍTULO SEIS
El Regalo
Resumen del capítulo anterior:
Rubén y Carlos le llevaron a Daniel su premio de arte al hospital. Carlos planeaba ir a pescar con Alejandro y su pandilla. Daniel envió una nota a Rubén advirtiendole del problema en la salída de pesca.
Antes de ir a la cama, Rubén oró a Dios pidiéndole que le mostrara lo que debía hacer. Él se preguntaba como se había enterado Daniel acerca de la salida a pescar. Tal vez uno de los otros chicos habían visitado a Daniel en el hospital.
Rubén encontró la lista de versículos que su tía Alicia le había dado. Los versículos habían sido organizados bajo diferentes temas. Él observó uno de ellos acerca de la obediencia y leyó: “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos…” (Hebreos 13:17). Había más de este versículo, pero eso era todo lo que él necesitaba.
Rubén sabía que se supone que todos obedezcan las leyes y las autoridades, pero él no sabía que estaba escrito en la Biblia. Si él se lo decía a Carlos, tal vez él escucharía y se quedaría en casa.
A la mañana siguiente, Rubén le habló a Carlos acerca de la nota de Daniel. Luego le mostró el versículo en la Biblia. Carlos chasqueó sus dedos en la cara de Rubén y dijo: “YO iré ya sea que tú vayas o no. No creo que Alejandro vaya a donde no se nos permite. Tú estás tomando este asunto religioso muy en serio Rubén”.
Rubén le rogó a Carlos con cara de preocupación: “Bueno, prométeme que no irás más allá de las cercas, Carlos, incluso si los demás lo hacen”.
Carlos volteó su cara en señal de disgusto y dijo: “No voy a hacer ninguna promesa, Rubén. Yo voy a divertirme un poco, aún si tú no lo haces”.
Rubén se sintió desanimado mientras regresaba a casa. Tal vez él no debería haberle dicho nada a Carlos. Tal vez podría ir con él después de todo. Rubén sabía que Carlos era terco y quería hacer las cosas a su manera. Nadie podía hacerlo cambiar de idea.
Temprano en la tarde, entró una llamada del hospital. La enfermera dijo que Daniel tenía fiebre alta y estaba inquieto. Había estado balbuceando acerca de un amigo especial. El señor Ríos pensó que tal vez estaba llamando a Rubén. La enfermera le preguntó a Rubén si podía venir al hospital por un rato.
Rubén al momento aceptó, y corrió al patio a tomar su bicicleta. Se detuvo un momento en la casa de Rebeca para hablar con ella. Le habló a ella acerca de Daniel.
Rebeca quería hacer algo por Daniel. Ella dijo mientras su mirada se iluminaba: “Ya sé, le enviaré mi cuadro de el Buen Pastor”. Ella señaló el pequeño cuadro que estaba cerca de ella.
Rubén movió su cabeza en señal de desaprobación diciendo: “Oye Rebeca, tú amas ese cuadro, ¿no tienes otra cosa que le puedas enviar?”
Justo en ese momento la tía Alicia entró a la habitación. Cuando ella supo lo que Rebeca quería hacer, la miró con ternura diciendo: “Sí, querida, tú se lo puedes enviar si lo deseas. Puede ser que eso es lo que Daniel necesita para ayudarle a cambiar su vida. He oído que la vida de él no ha sido muy feliz”.
Cuando Daniel vio a Rubén entrar a su habitación del hospital su cara se iluminó y dijo en un susurro: “Hey, Rubén, gracias por venir, me imagino que recibiste mi nota. Me alegro que estés aquí y no con Alejandro. Ese chico está metiéndose en problemas, ¿se fue Carlos con él?”
“Sí, no lo pude detener,” dijo Rubén con un suspiro y pregunto: "¿Daniel, estás seguro de saber donde ellos están yendo?”
Daniel respondió con voz débíl: “Estoy seguro, no puedo decirte quien fue él que me lo dijo.” Daniel movía sus manos inquietamente sobre la sábana blanca, luego dijo: “Rubén tú habías comenzado a hablarme acerca del amigo especial que tienes, ¿puedes decirme ahora quién es él?”
Rubén se sentó en una silla cerca de la cama de Daniel mientras respondía: “Seguro, me gustaría decirtelo, pero primero abre este regalo de mi prima Rebeca”.
Daniel se mostró sorprendido por un minuto y preguntó: “¿Para mí?" Y comenzó a abrir el regalo lentamente. Miró el cuadro en silencio y luego preguntó: “¿Quién es él?”
Rubén respondió: “Este es un cuadro del Señor Jesús, Él es el Amigo especial de quien te hablé. No es una foto real de Él, porque nadie sabe cómo era su apariencia exacta. Esto es lo que un artista pensó que Jesús pudo haber sido, al leer en la Biblia acerca de Él”.
Daniel preguntó: “¿Pero por qué el cordero? ¿Era Jesús un pastor?”
“Sí”, respondió Rubén, “pero no la clase de pastor del que nosotros pensaríamos. Cuando nosotros recibimos a Jesús como nuestro Salvador, Él se convierte en nuestro Pastor. Él nos llama sus ovejas, porque Él cuida de nosotros.”
Rubén le explicó como Jesús había muerto en la cruz por todos y que todos los que le reciban a Él como su Salvador pertenecerán a Él para siempre.
Daniel escuchó atentamente mientras sostenía el cuadro en su mano, después de un momento preguntó: "¿Por qué está Jesús sosteniendo un pequeño cordero en sus brazos, Rubén?”
Rubén respondió, “Porque el pequeño cordero estaba perdido.
“Cuando el Pastor contó las ovejas y se dio cuenta que le faltaba una, Él la buscó toda la noche hasta que la encontró. Eso nos muestra lo mucho que Jesús nos ama. Él incluso murió por nosotros. Cuando lo recibimos como nuestro Salvador, Él perdona todos nuestros pecados y se convierte en nuestro mejor Amigo”.
Daniel miró el cuadro que tenía en su mano detenidamente. Con profunda emoción en su voz, Daniel preguntó: “¿Cómo recibo a Jesús en mi corazón, Rubén? ¿Tengo qué esperar hasta que vaya a la iglesia?”
¿Pedirá Daniel a Jesús que sea su Salvador?
¿Qué le sucederá a Carlos?
Las aventuras de Rubén continuarán en tu próxima lección.