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presenta "Exploradores serie 2"
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Lección 7: Mi Enemigo "el Mundo"
Querido(a) amigo(a):
Un cristiano es una persona que ha recibido al Señor Jesús como su Salvador y está en el camino estrecho que lleva al cielo. Ésto es maravilloso, pero el camino al cielo no será fácil.
Tenemos tres enemigos terribles—“el mundo", la carne y el diablo. Veamos cuál es el enemigo llamado “el mundo”.
La Biblia usa la palabra “mundo” de tres formas.
Primero, se puede referir a la tierra la cual Dios creó. (Ver Génesis 1:1) La tierra no es nuestro enemigo.
Segundo, se puede referir a la gente, como en Juan 3:16: “De tal manera amó Dios al mundo…” La gente no son nuestros enemigos.
Un tercer uso de esta palabra es encontrado en 1 Juan 2:15, dónde el creyente es advertido: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo…” Aquí, “el mundo” se refiere al “sistema mundial” de Satanás. ¡Éste es nuestro enemigo! Ésto es a lo que nos referimos como “el mundo” en ésta lección.
En el principio, Dios puso a Adán a cargo del mundo, pero Adán decidió rebelarse contra Dios. Cuando él hizo eso, el se puso del lado de Satanás y quedó bajo la autoridad de Satanás.
El liderazgo del mundo pasó de las manos de Adán a las manos de Satanás. Adán llevó a toda la raza humana al reino de Satanás y bajo su autoridad. Satanás permite a la gente estar a cargo de cosas en el mundo, pero él mismo es quien realmente está en control. La Biblia lo llama “el dios [gobernador] de este mundo” (2 Corintios 4:4).
Aunque Satanás tenía la raza humana en su reino, él todavía tenía un problema. Su problema era como mantener a la gente en su reino. Hay una vía de escape, aquellos que creen en Jesús escapan del reino de Satanás.
A Satanás no le gustó esto, entonces el ideó un plan. Él organizó las cosas de esta vida dentro de un “sistema mundial”, basado en el dinero, placeres pecaminosos, lascivia, egoísmo, codicia y orgullo, entre otras muchas cosas. No hay nada de Dios en estas cosas.
Satanás controla su malvado sistema mundial, y él usa las cosas atractivas de este sistema mundial para engañar y destruir a los jóvenes. Él los engaña al atraerlos a las drogas, alcohol y tabaco. Satanás usa música obscena o indecente, programas de televisión corruptos y películas con alto contenido sexual para poner malos pensamientos en sus mentes y hacer que se envuelvan en actividad sexual. Él convence a los adolescentes para que se rebelen contra sus padres. Satanás tiene muchas maneras para destruir niños, ¡y jóvenes, y él quiere destruirte! La Biblia dice que Satanás anda como un león rugiente “buscando a quien devorar [destruir]” (1 Pedro 5:8).
¿Cómo se puede describir el Sistema Mundial? El Sistema Mundial odia a Dios, odia al Hijo de Dios y odia al pueblo de Dios. Por esta razón, Dios un día destruirá completamente el Sistema Mundial de Satanás.
Este mundo ha sido arruinado por el pecado, pero Dios tiene un “nuevo mundo” para aquellos que lo aman. Es llamado “el Reino del querido Hijo de Dios”. El Señor Jesús es el Rey de este nuevo mundo de Dios.
Por cuanto el Señor Jesús ama a sus creyentes, Él no nos dejaría en este malvado sistema mundial de Satanás. La Biblia dice: “…el cual [Cristo] se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre” (Galatas 1:4).
La Biblia me dice que, cuando yo recibí al Señor Jesús como mi Salvador, Dios me sacó del reino de las tinieblas de Satanás y me puso en el “reino de su amado Hijo”. Ya no estoy más en el sistema mundial de Satanás. La Biblia dice:
“…daréis gracias al Padre…Él nos ha librado del poder [reino] de las tinieblas y nos ha trasladado [nos ha puesto] al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:12-13).
En Su Palabra, Dios me dice como tener victoria sobre el sistema mundial:
1. No ames el mundo.
Dios quiere que yo no ame el mundo o las cosas atractivas del mundo. La Biblia dice:
“No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Juan 2:15).
El sistema mundial de Satanás es enemigo de Dios. Tú debes escoger si serás amigo de Dios o un amigo del mundo, tú no puedes ser amigo de ambos. La Biblia dice:
“…Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios” (Santiago 4:4).
2. Sepárate tú mismo de gente impía.
Dios quiere que Su pueblo esté separado de gente impía y mundana. Él dice:
“Por lo cual, ‘salid de en medio de ellos y apartaos…y yo os recibiré y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas’” (2 Corintios 6:17-18).
Dios nos está diciendo: “Si ustedes se mantienen ustedes mismos alejados de las cosas pecaminosas del mundo, yo seré un Padre para ustedes, y yo les amaré y les cuidaré”. Eso es mucho mejor que ser amigo del sistema mundial de Satanás.
3. Aprende a decir “¡No!”
Cuando personas intenten convencerte para que hagas cosas que tú sabes que son malas para ti como cristiano, diles inmediatamente: “No puedo hacer eso, Jesús es mi Salvador y mi mejor Amigo, y a Él no le gustaría que yo haga eso”.
Ellos tal vez se burlarán de ti, pero secretamente algunos te admirarán por tu valentía, y algún día puedes tener el privilegio de ganarlos para Cristo.
4. Busca amigos cristianos.
Tú te volverás como aquellos a quienes escojas como tus amigos más cercanos. Si tú eres un cristiano recién convertido, tal vez la mayoría de tus amigos no son salvos. Esto significa que tienes que conseguir nuevos amigos—amigos que amen a Jesús.
5. Recuerda que Jesús está siempre contigo.
Donde quiera que tú vayas, Jesús va contigo. Cualquier cosa que tú mires, Jesús la mira contigo. Cualquier cosa que tú escuches, Jesús la escucha también. Si tú realmente lo amas, no harás cosas que lastimen Su corazón.
1. Satanás es el gobernador invisible de este malvado sistema mundial, el cual odia a Dios, odia al Hijo de Dios, al Señor Jesucristo, y odia al pueblo de Dios.
2. Cuando recibí al Señor Jesús como mi Salvador, Dios me liberó del reino de Satanás y me puso en el reino de Cristo.
3. Dios quiere que yo mismo me separe de gente impía y mundana. Yo les puedo amar e intentar ganarlos para Cristo, pero no debo vivir como ellos viven ni hacer las cosas pecaminosas que ellos hacen.
“Padre, gracias porque Jesús me liberó del sistema mundial de Satanás. No quiero amar el mundo, ni las cosas que están en el mundo. Quiero amarte y amar a tu Hijo. En Su Nombre yo oro”.
CAPÍTULO SIETE
El “Versículo Favorito”
Resumen del capítulo anterior:
Rubén no logró convencer a Carlos que no fuera a pescar con Alejandro y su pandilla. Rubén visitó a Daniel en el hospital. Daniel le preguntó si tenía que estar en la iglesia para recibir a Jesús como su Salvador.
Rubén frunció su frente en actitud pensativa, él estaba emocionado porque Daniel deseaba ser un cristiano, y respondió: “No, tú no tienes que estar en la iglesia para ser salvo. Mi tía Alicia me dijo que la gente puede orar y pedir a Jesús que los salve no importando dónde ellos estén. ¿Quieres pedirle a Jesús que sea tu Salvador, Daniel?”
Daniel movió su cabeza afirmativamente. Él cerró sus ojos y comenzó a orar calmadamente: “Querido Jesús, me arrepiento por todas las cosas malas que he hecho. Siento mucho ser…tan…agresivo con los chicos en la escuela. Por favor perdóname y ven a mi corazón para que seas mi Salvador. Y en verdad me gustaría que fueras mi Amigo especial también, Jesús.” Daniel hizo una pausa por un momento y luego agregó: “Gracias, Señor Jesús. Muchas gracias”.
Cuando Daniel abrió sus ojos, éstos brillaban con gozo, y dijo: “Las cosas estarán bien ahora, Rubén”.
Justo en ese momento la enfermera abrió la puerta y le dijo a Rubén que el tiempo de visitas se había terminado, pero que podía regresar a visitarlo.
De regreso a casa, Rubén se detuvo para hablar con Rebeca. Ella aplaudió con alegría cuando Rubén le contó las noticias maravillosas acerca de Daniel, y dijo: “Oh, estoy tan feliz que le envié a él mi cuadro del Buen Pastor. Pienso que esto ayudó, ¿no lo crees, Rubén?"
Rubén estuvo de acuerdo y dijo: “Sé que así fue. A él le gustó mucho y todavía lo tenía en las manos cuando salí del hospital”.
El lunes en la mañana, Rubén estaba inquieto después de los anuncios en la escuela. El director pidió información acerca de la violación de propiedad y los daños causados en la propiedad de los Fernández. Él continuo diciendo: “El doctor Fernández ha sido muy generoso al permitir que una área grande de su propiedad junto al río sea usada para actividades de la escuela. Este privilegio será negado si los culpables no son descubiertos”.
Hubo una actitud de queja general en los estudiantes mientras se miraban unos a otros asombrados. Rubén echó una ojeada a Carlos. Él pudo darse cuenta por la forma rígida en que estaba sentado Carlos, que él estaba asustado. Rubén sintió lástima por él y se preguntó que podría hacer para ayudar a Carlos, entonces oró en su corazón: “Querido Jesús, por favor muéstrame cómo puedo ayudar a Carlos”.
Solo fue hasta la tarde que Rubén pensó en un plan, él no estaba seguro si funcionaría, pero iba a intentarlo. Tan pronto como las clases terminaron, el salió de la escuela tan rápido como pudo.
Escuchó que lo llamaban: “Rubén”, era Carlos, pero Rubén no se detuvo, ya que iba a hacer un mandado para él mismo.
Ya estaba oscureciendo cuando Rubén finalmente llegó a casa. Él vio a Rebeca en la ventana, pero le hizo señas haciéndole saber que no se podía detener. Rubén estaba muy cansado, todo lo que pudo hacer fue sentarse y comer su cena. Su mamá le preguntó donde había estado, cuando él le explicó, ella lo miró preocupada y dijo: “Rubén, vete a la cama tan pronto termines tu cena, y la próxima vez, por favor no vayas lejos sin decirme primero adónde vas”.
Rubén respondió: “Lo siento, mamá, no sabía que me tomaría tanto tiempo”.
Cuando terminó de cenar, Rubén salió a guardar su bicicleta y se sorprendió al ver a alguien parado al lado del garaje. Escuchó la voz de Carlos que decía en voz baja: “Soy yo, he venido para pedirte que no le digas a nadie quienes fueron los que estuvieron en el grupo de pesca el sábado. Todos han prometido no decirlo, excepto tú. Intenté hablar contigo después de la escuela, pero tú no esperaste. He estado temeroso que podrías decirle a alguien antes que pudiera hablar contigo. No se lo has dicho a nadie, ¿verdad, Rubén?" La voz de Carlos sonaba preocupada.
Rubén estaba pensando cómo responderle cuando Carlos le agarró un brazo y con ademán interrogante preguntó: “Rubén, ¿pasa algo malo? ¿Por qué no me respondes? ¿Le dijiste a alguien?"
Rubén respondió con voz calmada: “Sí, se lo dije a alguien, Carlos, pero no a la persona que tú piensas. Es…”
Carlos interrumpió furiosamente: “¿Fuiste a contarlo? ¡Así que eso es lo que hace un cristiano—acusar a sus amigos! Te odio, Rubén. Nunca seremos amigos otra vez. Y ahora, nunca, nunca seré un cristiano”.
Antes que Rubén pudiera detenerlo, Carlos dio media vuelta y corrió ciegamente calle abajo.
Cuando Rubén se levantó a la mañana siguiente, recordó lo enojado que Carlos estaba la noche anterior. Las palabras que él dijo: “Y ahora, nunca, nunca seré un cristiano”, se mantenían resonando en sus oídos. Se vistió y luego leyó la Biblia, cuando leía Juan 16:23, brincó emocionado exclamando: “Grandioso” mientras leía otra vez el versículo en voz alta: “…todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará”.
Rubén decidió decir este versículo una y otra vez hasta que lo pudo recordar sin tener que leerlo. “…todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dará”. Luego Rubén se dijo a sí mismo: “Llamaré a éste mi ‘Versículo Favorito’ y lo voy a usar ahora mismo”.
¿A quién le contó Rubén?
¿Volverán a ser amigos Rubén y Carlos?
Las aventuras de Rubén continuarán en la próxima lección.