bajo un acuerdo especial con
presenta "Exploradores serie 2"
bajo un acuerdo especial con
presenta
Lección 5: Estoy en Cristo
Querido(a) amigo(a):
¡Dios tiene el plan más maravilloso para todos los que hemos recibido al Señor Jesús como nuestro Salvador! Es tan maravilloso que nosotros nunca lo podríamos imaginar.
¿Cuál es el plan maravilloso que Dios tiene para nosotros? ¡El plan maravilloso de Dios es hacernos como Jesús! Dios dice: “Me deleito tanto con mi Hijo, el Señor Jesús, que quiero que todos Mis hijos sean como Él”. Veamos cómo Jesús deleitó a Su Padre y cómo el Padre lo ha glorificado.
El Señor Jesús trajo deleite a Su Padre al obedecerle de forma perfecta, incluso morir en la cruz por causa de nuestros pecados. Al final de Su vida, Jesús dijo a Su Padre:
“Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que diste que hiciese. Ahora pues Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:4-5).
¡Dios ha glorificado a Su Hijo! Jesucristo está ahora sentado a la derecha de Dios Padre, y toda la gloria de Dios descansa sobre Él.
Dios nos está diciendo: “Toda mi satisfacción y mi deleite descansa ahora en mi Hijo, y quiero que todos mis hijos sean como Él. Los quiero en el cielo, no como mis siervos, sino como mis propios hijos e hijas”. Veamos como Dios está haciendo que este plan funcione:
Una de las cosas maravillosas acerca de Dios es que a Él le gusta hacer cosas nuevas. Cuando el pecado arruina algo que Dios ha hecho, Él no lo remienda. En vez de eso Él hace algo totalmente nuevo.
Cuando pienso de cómo yo soy, me doy cuenta que soy un pecador; yo digo y hago cosas malas. Dios sabe como yo soy, pero Dios está diciendo: “Yo haré de ti una nueva persona en tu interior”.
¿Cómo comenzó Dios su obra para hacerme como Su Hijo? Él comenzó su obra al ponerme en Cristo. Aprenderemos más tarde lo que esto significa, pero primero veamos lo que Dios dice en Su Palabra. La Biblia dice que: “Pero por él [Dios] estáis vosotros en Cristo…” (1 Corintios 1:30).
Dios no solo me puso en Cristo, sino que también me hizo una nueva persona en Cristo. La Biblia dice: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura [nueva persona] es…” (2 Corintios 5:17). Tengo el mismo cuerpo, pero Dios me ha hecho una nueva persona en mi interior.
Estos son algunos versículos que me hablan de mi nueva posición…
“…y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo” (1 Juan 5:20).
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura [nueva persona] es: las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en Cristo” (Efesios 1:3).
“…somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras…” (Efesios 2:10).
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús …” (Romanos 8:1).
Estar en Cristo significa que yo tengo una nueva “posición” ante Dios. Dios ahora me ve en Cristo. Cuando Él me ve, piensa en su querido Hijo. Soy amado y aceptado por Dios, porque estoy en Cristo. Esto puede ser ilustrado con la siguiente historia:
Un hombre estaba visitando un amigo suyo que tenía una gran granja de ovejas. Su amigo le estaba mostrando la granja, cuando de pronto vio un pequeño cordero de extraña apariencia. Ese cordero estaba cubierto con la piel de otro cordero, de modo que se veía como si tuviera dos patas extra atrás y adelante. El visitante le preguntó a su amigo granjero acerca de aquel cordero de extraña apariencia.
El granjero le explicó que la madre de ese cordero había muerto, quedando éste huérfano. Al mismo tiempo otra oveja madre tuvo un pequeño cordero el cual murió al poco tiempo de haber nacido.
El granjero ahora tenía un cordero huérfano sin una oveja madre que lo cuidara y una oveja madre que acababa de perder su corderito. Él quería que esta oveja madre “adoptara” el corderito huérfano, pero la oveja madre no lo aceptaba. Ella sabía que éste no era de su familia.
Cada cordero tiene un olor de familia característico, que la madre reconoce inmediatamente. La oveja madre sabía que el cordero huérfano no le pertenecía, por tal razón ella no lo aceptaba. Cada vez que él intentaba alimentarse de ella, ésta lo alejaba pateándole.
Conseguir que esta oveja madre aceptara al cordero huérfano era en verdad, un problema, pero el granjero sabía lo que debía hacer. Tomó la piel del cordero muerto y la amarró alrededor del cordero huérfano. ¡Ahora, cuando el cordero huérfano se acercaba a la oveja madre, ella lo olfateaba y lo aceptaba enseguida!
¿Por qué ella aceptaba ahora al cordero huérfano? Ella lo aceptaba porque él estaba en la piel de su propio corderito. Parecía que ella decía: “¡Él es mío! ¡Él me pertenece!” Ella ahora amaba y alimentaba al cordero huérfano como si fuera su propio cordero.
Esta es una ilustración de lo que Dios hizo por mí. Él me puso en Cristo. Él me “vistió” con la justicia de Dios. Ahora cuando Dios me mira, Él me ve a través de Cristo y dice: “¡Tú eres mío! ¡Tú me perteneces!"
Dios me vé en Cristo. Él siempre me verá en Cristo. Del modo que Dios se deleita en Cristo, así se deleita en mí ahora porque yo estoy en Cristo.
Como ahora yo estoy en Cristo, Dios me acepta como si yo fuera su propio Hijo amado. La Biblia dice: “Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado [en Cristo]” (Efesios 1:6).
Este versículo nos dice que Dios nos ha “hecho aceptos en el Amado”. ¿Quién es el “Amado”? El “Amado” es el mismo Cristo.
¿Qué significa ser “aceptos en el Amado”? Significa que Dios me ama y me acepta tal como Él ama y acepta a Cristo mismo. ¡Dios ahora se deleita en mí!
Dios está obrando en mí a través de Su Espíritu para hacerme más y más como el Señor Jesús. Un día el mismo Jesucristo vendrá con todo Su poder y gloria para llevarme a estar con Él para siempre. En el momento en que yo le vea, seré instantáneamente transformado para ser como Él. La Biblia dice: “…pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2b).
1. ¡El plan maravilloso de Dios es hacerme a la imagen de Jesús! Él dice: “Me deleito tanto con Mi Hijo, que quiero que todos mis hijos sean como Él”.
2. Dios comenzó su obra en mí al ponerme en Cristo. Cuando Dios me ve, el me ve en Cristo y dice: “¡Tú eres mío! ¡Tú me perteneces!”
3. Dios me hizo una nueva persona en Cristo. Soy una nueva persona en mi interior. A través de Su Espíritu, Dios está obrando en mí día a día para hacerme cada vez más a la imagen de Su Hijo.
“Padre, en tu Palabra me dices que Tú me has hecho una nueva persona en Cristo, y que Tú me amas y me aceptas del mismo modo que Tú amas y aceptas a Cristo. ¡Esto es maravilloso para mí! Ayúdame a aprender más lo que esto significa, en el Nombre de Jesús, amén”.
CAPÍTULO CINCO
La nota
Resumen del capítulo anterior:
Carlos no creyó que Rubén quería ayudar a Daniel Ríos, pero Rubén fue a la casa de Daniel a ayudarle con su proyecto de arte en cuero.
El día siguiente después de la escuela, Rubén fue otra vez a la casa de Daniel para ayudarle a completar su proyecto de arte. Cuando terminaron, Daniel se veía débil y pálido. Rubén leyó solo unos pocos versículos de la Biblia y luego dijo: “Daniel, tú tienes que dormir un poco. Regresaré después y te leeré más cuando te sientas mejor. Llevaré tu billetera al maestro de arte antes que comiencen las clases mañana”.
Daniel respondió con voz suave: “Gracias amigo”. Rubén vio como Daniel se iba quedando dormido, entonces cuidadosamente salio de casa de Daniel y se fue a su casa.
A la mañana siguiente, tan pronto Rubén salio del salón de arte, fue a su primera clase. Los anuncios de la escuela estaban siendo leídos mientras él se sentaba en su silla. Rubén se sintió triste al escuchar que Daniel había sido hospitalizado.
Más tarde ese día, en la clase de arte, el Sr. Martínez anunció los ganadores de los proyectos de arte. Como se esperaba, Daniel obtuvo el primer premio por su billetera de cuero. Rubén estaba contento porque él había ganado el segundo premio.
El Sr. Martínez felicitó a Rubén por haber ayudado a Daniel a terminar su proyecto a tiempo para la exposición de arte. Entonces le preguntó a Rubén si él podría llevarle el premio a Daniel al hospital. “Seguro”, respondió Rubén espontáneamente.
Después de la escuela, Rubén corrió hacia su bicicleta. En ese momento Carlos gritó tras de él: “¡Hola, Rubén!, Lamento haber dudado de ti, sé que no habrías ayudado a Daniel si tú hubieras sido el que escondió parte de su billetera”.
Rubén respondió: “Está bien”, luego agregó: “¿Te gustaría venir conmigo al hospital? Tal vez ellos permitan que los dos entreguemos el premio a Daniel”.
No les tomó mucho tiempo a los dos chicos llegar al hospital. Las enfermeras dejaron que Rubén y Carlos vieran a Daniel solo unos pocos minutos. Valió la pena hacer el viaje al hospital para ver la alegría en la cara de Daniel cuando él abrió su premio. Era un libro lleno de diseños para trabajos en cuero.
Cuando Rubén y Carlos salían del hospital, Rubén volvió su mirada hacia Carlos y le dijo: “Oye Carlos, ¿por qué no vienes conmigo mañana y podemos hacer algo juntos?”
Carlos dudó un poco y luego respondió: “Podría ser, pero yo prometí que iba a pescar con los muchachos. Es en un lugar secreto cerca de la propiedad del Dr. Fernández”.
Rubén dijo abruptamente: “Carlos, a nadie se le permite acercarse a esa propiedad".
“Lo sé”, respondió Carlos. “No estaremos dentro de su propiedad, sólo cerca de ésta. Alejandro nos dijo que todo estará bien. Así que pienso que no habrá problema”.
Rubén dijo firmemente: “Alejandro no es buena amistad para ti, mira en el problema que te metió cuando estuviste fumando con él”.
Carlos respondió mientras caminaban hacia sus bicicletas: “Sólo lo hice una vez, Rubén, y no voy a hacerlo de nuevo”. Luego agregó: “Alejandro me dijo que a él tampoco le había gustado fumar, de modo que no tienes que preocuparte por eso”.
Rubén respondió con una sonrisa: “Me alegro, tal vez debo ir contigo mañana—sólo para mantenerte alejado de los problemas”.
Rubén fue a ver a Rebeca después que Carlos se fue a casa. Su tía Alicia le dijo que su visita diaria era la mejor parte del día para Rebeca. Rebeca había hecho un libro con los nombres de todos los compañeros de clase de los que Rubén le había hablado. Ella había continuado agregando información acerca de cada uno de ellos y oraba por ellos cada día.
Rebeca estaba complacída con la actitud de Rubén en cuanto haber ganado el segundo premio por su proyecto de Arte. A ella también le agradó todo lo que él hizo para ayudar a Daniel a ganar el primer premio. Ella también se mostró preocupada que ahora Daniel estuviera hospitalizado. Luego dijo: “Pero, hubo algo que puso una gran sonrisa en tu cara, ¿no es cierto, Rubén?”
Rubén rió: “¡Ah! Rebeca, tu serías una gran detective. ¿Cómo lo supiste?”
Ella respondió con una risita: “Todo lo que tuve que hacer fue mirar tu cara. Cuéntame, Rubén, qué sucedió”.
Rubén le contó que Carlos había estado muy amigable y que ellos iban a pescar con algunos de los otros chicos, y agregó: “Quiero ayudar a Carlos a que se mantenga alejado de los problemas. No sé lo que Alejandro está planeando, pero no confió en él”.
Rebeca sugirió: “Tal vez Alejandro se comporta mal por la misma razón que lo hacía Daniel”.
Rubén meneó su cabeza y dijo: “No, no creo. Alejandro tiene muchos amigos, pero ellos no son buenos amigos; son sus seguidores, por alguna razón Alejandro los mete en problemas”.
Más tarde en aquella noche, cuando Rubén estaba haciendo sus tareas, escuchó que llamaban a la puerta, cuando Rubén abrió, el padre de Daniel Ríos estaba allí, le entregó una nota y se marchó inmediatamente. Rubén leyó la nota de Daniel que decía: “No vayas a pescar mañana. Alejandro va a hacerlo en propiedad privada y habrá problemas”.
Rubén dobló la nota y la puso en su bolsillo. Mientras subía las escaleras hacia su cuarto, se preguntó que podría hacer para evitar que su amigo Carlos se metiera en problemas.
¿Podrá Rubén detener a su amigo Carlos?
¡No te pierdas el próximo emocionante capítulo!
