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presenta "Exploradores serie 2"
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Lección 10: ¡Dios quiere usarme!
Querido(a) amigo(a):
Es asombroso que Dios, el gran Dios quien controla el universo, quiera usarte y usarme para hacer Su voluntad. Dios usará a cualquier creyente que esté dispuesto a ser usado y a prepararse a sí mismo.
Si queremos que Dios nos use, tenemos que hacer dos cosas: (1) Debemos obtener conocimiento de la Biblia, y (2) debemos tener comunión diaria con Él.
La mejor forma de obtener conocimiento de la Biblia es leyéndola, estudiándola y memorizando versículos de ésta. La Biblia es la carta de amor de Dios para nosotros. Es el libro más importante en el mundo. Nos muestra como podemos conocer a Dios y como agradarle.
A medida que leemos la Biblia, debemos depender del Espíritu Santo para que nos enseñe sus verdades. El Espíritu Santo vive en cada hijo de Dios, así que Él siempre está con nosotros. Cada vez que vayamos a leer la Palabra de Dios, hagamos una pausa por un momento y pidámosle al Espíritu Santo que nos enseñe. La oración de David es buena para nosotros: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley” (Salmos 119:18).
¡Comienza a leer la Palabra de Dios hoy! El evangelio según San Juan es un buen lugar para comenzar. Lee un capítulo o una porción de un capítulo cada día. No te saltes de un lugar a otro. Cuando termines de leerlo, puedes comenzar el evangelio según San Mateo y así continuar a través del Nuevo Testamento.
Marca o señala los versículos que parecen hablar especialmente a tu corazón. Esto hará que tu Biblia sea aun más valiosa para ti. Un color azul o rojo serían recomendables. La tinta de bolígrafo hará que el color de esta traspase a la página opuesta, en la mayoría de Biblias, lo cual no es recomendable.
Cuando recién hemos sido salvos, somos bebés espirituales. Dios quiere que nosotros crezcamos. Para crecer físicamente, debemos alimentar nuestros cuerpos. Para crecer espiritualmente, debemos tener alimento para nuestro espíritu. Nuestra comida espiritual es la Palabra de Dios. La Biblia dice: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual [pura] no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2).
Crecemos espiritualmente al recibir la Palabra de Dios en nuestra vida. ¿Cómo recibimos la Palabra de Dios en nuestra vida? Al oírla y obedecerla. La Biblia dice: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores…” (Santiago 1:22).
Un cristiano joven le preguntó a un hombre de Dios mayor, cómo podría él servir a Dios. El hombre respondió: “¡Alista tus herramientas, y Dios te usará!”
El cristiano joven volvió a preguntar: “¿Cómo alisto mis herramientas?” El hombre mayor respondió: “¡Memoriza la Escritura! ¡Memoriza la Escritura [la Palabra de Dios]!”
Siempre recuerda que la Palabra de Dios es la que el Espíritu Santo usa en la salvación de una persona. La Biblia dice: “Siendo renacidos…por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23).
Si memorizas versículos de la Biblia, puedes hablar con confianza, porque estás hablando la Palabra de Dios.
El secreto de la memorización es repetición. Si dices algo una y otra vez, lo memorizarás. La mejor forma para memorizar versículos de la Biblia y la más sencilla, es escribir el versículo que se quiera memorizar en tarjetas de cartulina de 8 ½ cms X 4 ½ cms. En un lado de la tarjeta escribe el versículo que quieras aprender. En el otro lado escribe la cita bíblica, o el lugar donde ese versículo se encuentra en la Biblia. Asegúrate de copiar el versículo y la cita bíblica correctamente.
Lleva las tarjetas contigo y repásalas tanto como puedas durante el día. Mira el versículo en cada tarjeta y trata de decirlo sin leerlo. Voltea la tarjeta y lee el versículo para verificar si lo dijiste correctamente. Haz esto una y otra vez. No te sientas satisfecho hasta que puedas citar los versículos y el lugar donde se encuentran. Cuando hayas memorizado ese o esos versículos, añade otros que quieras memorizar.
Cada vez que tú memorizas una porción de la Palabra de Dios, estás equipándote con otra herramienta para servir a Dios.
Para recordar lo que has aprendido, debes repasar frecuentemente. Puedes añadir nuevos versículos cada semana, pero asegúrate de repasar los versículos que ya hayas aprendido. ¡Repasa! Repasa! ¡REPASA! Te sugerimos los siguientes versículos para ayudarte a comenzar:
El secreto de una vida cristiana exitosa es pasar Tiempo Diario a Solas con el Señor. ¿Cuál es el Tiempo Diario a Solas con el Señor? Es el que empleamos a solas con el Señor cada día en el estudio de Su Palabra y en oración. Jesús dijo: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Para dedicarle un tiempo a solas con el Señor, tú necesitas tener un lugar definido, una hora definida y un plan definido.
Encuentra un lugar definido donde puedas estar a solas con el Señor. Busca un lugar con buena luz y una mesa, donde puedas colocar tu Biblia y escribir notas.
En lo posible aparta una hora fija. Para la mayoría de las personas el mejor tiempo es temprano en la mañana. Es mucho mejor encontrarse con el Señor a primera hora del día y sintonizar nuestro corazón con el de Él, en vez de venir a Él al final del día con una larga lista de fracasos para confesar. ¡Los grandes músicos siempre afinan sus instrumentos antes del concierto—no después!
La importancia de tener un tiempo con el Señor a primera hora de la mañana no puede ser sobre enfatizado. La Biblia dice acerca del Señor Jesús: “Levantándose [el Señor Jesús] muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto y allí oraba” (Marcos 1:35). Si el Hijo de Dios pensó que era necesario pasar tiempo a solas con Su Padre, ¡cuanto más deberíamos hacerlo nosotros!
Ten un plan definido. El tiempo que dediques para estar a solas con el Señor puede ser dividido en tres partes:
La primera parte podría ser el estudio bíblico. Antes de abrir tu Biblia, pide al Espíritu Santo que te enseñe. Luego lee una porción de la Palabra de Dios. Te puede ayudar el leer esa porción varias veces.
La segunda parte de tu tiempo con el Señor puede ser dedicada a meditar en lo que acabas de leer. Pregúntate: ¿Qué he aprendido de esta lectura? ¿Hay aquí alguna promesa que pueda reclamar? ¿Hay algún mandamiento que debo obedecer? ¿Cuál es el mejor versículo en esta porción? Te sugerimos tener un cuaderno de apuntes para escribir allí las enseñanzas que te haya dejado tu lectura.
La tercera parte del tiempo podría ser dedicada a adorar, a agradecer y a orar. Adorar es amar a Dios y alabarlo por lo que Él ha hecho por nosotros.
Agradecer es darle gracias a Dios por sus muchas bendiciones. ¡Menciónelas una por una! Orar es hablar con Dios y escucharle hablarnos a través de su Palabra y por su Espíritu.
Jesús nos enseñó a llamar a Dios “Padre nuestro”. Debemos orar al Padre en el Nombre de Jesús. Tenemos un Padre celestial, quien nos ama y quiere que le digamos acerca de cualquier cosa que nos preocupe.
1. Dios quiere usarme en su obra. Él usará a cualquier creyente que desee ser usado y dispuesto a prepararse a sí mismo.
2. En cuanto más conozca la Palabra de Dios, Él puede usarme mejor. Prepara tus herramientas, y Dios te usará. ¡Memoriza versículos de la Biblia!
3. El secreto de una vida cristiana exitosa es tener diariamente un tiempo a Solas con el Señor. Si el Hijo de Dios pensó que era necesario tener tiempo a solas con Su Padre, ¡Cuánto más debemos tenerlo nosotros!
“Padre, te amo y quiero que Tú me uses. Con tu ayuda, quiero comenzar a memorizar versículos y tener un tiempo a solas contigo y con tu Hijo, en el nombre de Jesús, amén”.
CAPÍTULO 10
Cómo Escoger lo Correcto
Resumen del capítulo anterior:
Daniel le dio a Rebeca un regalo especial. Rubén olvidó hacer su tarea, pero explicó a su profesor acerca de su Espada Secreta y su “Versículo Favorito”.
El salón de clases quedó en silencio mientras los estudiantes esperaban que el profesor respondiera. El Sr. Novoa se quedó mirando a Rubén, entonces dijo: “Bueno, tú puedes quedarte después de clases y hacer tu tarea de anoche y también la de esta noche, en caso que estés otra vez ocupado orando”. Y agregó con una leve sonrisa. “Si recibes respuesta a tu ‘Versículo Favorito’ me cuentas”.
Alguien en la clase soltó una risita mientras Rubén respondía: “Sí señor, lo haré. Ya he tenido una respuesta”. El señor Novoa levantó su libro de matemáticas y comenzó la clase.
Rubén estaba cansado cuando terminó de hacer su tarea de matemáticas después que las clases terminaron. Sólo saludó a Rebeca con la mano y fue a su casa a cenar.
Cuando Rubén terminó, salió a guardar su bicicleta. Carlos estaba esperándolo y saludó: “Hola, ¿podemos ir a algún lado a hablar? Quiero preguntarte algo”.
Rubén respondió: “Seguro, podemos hablar en mi cuarto”.
Cuando estuvieron adentro, los chicos se recostaron en el piso y Carlos dijo: “¡Muchacho! Yo no podría haber hablado con el Sr. Novoa de la forma que tú lo hiciste esta mañana, Rubén. ¿Tenías miedo? ¿Por qué no tomaste mis respuestas? Todos lo hacen”.
Rubén recostó su cabeza en sus manos y miró a Carlos: “Yo quise usar tus respuestas, Carlos. Pero recordé mi Espada Secreta justo a tiempo”.
Carlos dijo: “Esa es la otra cosa de la que quería hablar contigo. ¿Por qué llamas tu Biblia tu Espada Secreta?”
Rubén le mostró a Carlos el separador de páginas que Rebeca le había dado. Le mostró los versículos y le dijo como él había sido tentado a hacer trampa. Él continuó diciendo que Dios le había recordado el versículo y añadió: “Supe que Jesús no quería que yo mintiera, Carlos. Por eso te devolví tu cuaderno”.
Carlos insistió: “¿Pero tuviste miedo de hablar con el Sr. Novoa? Tu sabes lo estricto que él puede ser”.
Rubén dijo: “Al comienzo tuve miedo. Pero tú sabes, Jesús está viviendo ahora en mi corazón. Él me ayudó a decir la verdad, se que fue lo correcto. Después de un momento ya no tuve más miedo. El Señor Jesús me quitó el temor”.
Carlos se veía como si estuviera concentrado en sus pensamientos. Finalmente dijo: “Lo que no puedo entender es, que si Jesús te ayudó hoy, ¿por qué no te ayudó para que no te enojaras por las macetas?”
Rubén respondió: “Lo siento por eso Carlos, pero solo porque somos salvos no significa que nunca más haremos ninguna cosa mala. Todavía tenemos nuestra naturaleza pecaminosa dentro”.
Carlos preguntó con una expresión de confusión: “¿Qué quieres decir?”
Rubén sonrió y comenzó a explicar: “Bueno, todos nacemos con una naturaleza pecaminosa que nos tienta a hacer lo malo. Incluso después que somos salvos. Nuestro viejo YO todavía deseará hacer el mal. Entonces debemos recordar que el Señor Jesús está viviendo en nosotros. Él nos ayudará a hacer las cosas correctas si confiamos en Él. ¿Sabes? Yo no entendía eso, hasta que mi prima Rebeca me lo explicó”.
Carlos admitió: “Eso suena como lo que Elizabet me ha estado diciendo, mis padres han notado un cambio en Elizabet, pero yo continuo pensando que no durará”.
Rubén le aseguró: “Oh, sí, durará. El Señor Jesús nos da vida eterna cuando pertenecemos a Él. Él quiere ayudarnos a escoger las cosas correctas en vez de las malas. Eso no quiere decir que nunca volveremos a pecar. Pero si lo hacemos, le podemos decir al Señor Jesús que lo sentimos y que nos perdone y Él nos perdonará y nos ayudará a no hacerlo otra vez”.
Carlos preguntó: “¿No sabia ésto Elizabet antes?"
Rubén respondió: “No, ella no lo sabía. Pero ahora, incluso si ella lo olvida y hace algo malo, ella lo lamentará y no continuará haciéndolo como lo hacia antes—y eso aplica para mí también”.
Carlos suspiró mientras se levantaba del piso y dijo: “Suena bien, Rubén, pero tengo que pensarlo.
“Le prometí a Alejandro y los chicos que iría con ellos mañana. No voy a hacer nada con ellos después de esto. Por supuesto que no se los he dicho. Me estoy cansando que Alejandro me esté mandando. Después de mañana voy alejarme de él”.
Rubén intentó convencer a Carlos que no fuera. Hasta le dijo que Alejandro estaba planeando hacerle una broma. Carlos encogió los hombros y dijo: “Vamos a arreglar esa vieja balsa en el río. Necesita mucho trabajo y Alejandro sabe que soy bueno con el martillo. No creo que terminemos ese trabajo mañana, así que no creo que haya alguna posibilidad que el trate de hacerme una broma en el río. Cuando ellos intenten hacerlo, ya no estaré con ellos”.
El día siguiente era sábado, y Rubén estaba ocupado amontonando las hojas de los árboles y ayudando a su padre a limpiar el patio. Él se mantuvo pensando en Carlos y deseaba poder ir al río y saber lo que estaba pasando.
Después del almuerzo el papá de Rubén lo envió a comprar un repuesto para la podadora. Él fue a varias tiendas, pero no pudo encontrar el repuesto que necesitaba. El papá le había dicho que tan pronto encontrara el repuesto, él podría hacer lo que quisiera el resto del día.
Rubén se estaba sintiendo muy frustrado. Finalmente se detuvo y oró: “Querido Señor Jesús, por favor ayúdame a encontrar el repuesto que necesito. Quiero encontrar a Carlos y asegurarme que todo está bien”.
Cuando Rubén fue a la siguiente ferretería, mostró al empleado la parte que necesitaba, el empleado puso el repuesto sobre el mostrador y una gran sonrisa apareció en la cara de Rubén. “Gracias Señor Jesús”, dijo Rubén con alegría. Rubén oró camino a casa, agradeciendo a Dios por Su ayuda, y pidiéndole que estuviera con Carlos.
¿Se meterá Carlos en problemas otra vez?
¿Podrá Rubén encontrar a Carlos?
¡No te pierdas el próximo capitulo!