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presenta "Exploradores serie 2"
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Lección 11: Tú puedes ser un Ganador de Almas
Querido(a) amigo(a):
Uno de los momentos más felices que podemos tener como cristianos es el gozo de guiar a alguien a Cristo. ¡Piénsalo! Tú y yo podemos ser instrumentos de Dios en la salvación de nuestros familiares y amigos.
¿Por qué es tan importante hablarles a otros acerca de Jesús? Porque el Señor Jesús es el Salvador—el único Salvador. Aquellos que confían en Jesús como su Salvador vivirán con Él por toda la eternidad en el cielo. Los que mueren sin Cristo vivirán para siempre en ese terrible lugar llamado infierno.
¿Quién puede tener este maravilloso privilegio de ganar otros para Cristo? ¡Cualquier cristiano! Todo(a) hijo(a) de Dios puede tener el privilegio de presentar a alguien al Señor Jesús. La Biblia dice: “…el que gana almas es sabio”. (Proverbios 11:30). En esta lección aprenderemos como hacer esto.
¿Cómo puede ser salva una persona? Una persona es salva al creer en el Señor Jesús y recibirlo como su Salvador. La Biblia dice: “Mas a todos los que le recibieron [Jesús], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
No hay otra forma para que alguien pueda ser salvo. Jesús dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
Para guiar a una persona a Cristo, tú debes usar la Palabra de Dios al explicar las verdades básicas del evangelio. Es importante pensar acerca de estas verdades como “pasos para la salvación”. Al explicar estos pasos, encuentra cada verso en tu Biblia y pide a la persona a la que le estás compartiendo que lo lea en voz alta.
YO HE PECADO
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)
El primer paso en guiar a alguien a Cristo, es mostrarle en la Palabra de Dios que él es un pecador. Abre tu Biblia en Romanos 3:23, y pídele que lea este verso en voz alta. Pregúntale: “¿Qué te dice este verso?”
Asegúrate que él se de cuenta por la Palabra de Dios que él es un pecador. Explícale que el castigo por el pecado es “muerte”. “Porque la paga del pecado es muerte…” (Romanos 6:23). Esta muerte significa estar separado de Dios por toda la eternidad, en el lago de fuego.
DIOS ME AMA
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)
Encuentra Juan 3:16 y pídele que lo lea en voz alta. Pregúntale: “¿Qué te dice este verso?” Pídele que lo lea otra vez, poniendo el nombre de él o ella en el verso: Porque de tal manera amó Dios a _____(su nombre) que ha dado a su Hijo unigénito, para que _____(su nombre) creyendo en él no se pierda, mas tenga vida eterna.
CRISTO MURIÓ POR MÍ
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8)
Encuentra Romanos 5:8. Pídele que lo lea en voz alta. Pregúntale: “¿Qué te dice este verso?” ¡Dios ama a los pecadores! Dios nos está diciendo: “Yo se todo acerca de tus pecados, pero yo en verdad te amo y di a mi Hijo para que muriera en la cruz por tus pecados”. Cristo murió por ti y por mí. Tú puedes decir: “¡Cristo murió por MIS pecados!” Pídele a tu amigo(a) que diga esto en voz alta: “¡Cristo murió por MIS pecados!”
YO LO RECIBO A ÉL
“Mas a todos los que le recibieron [a Jesús], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12)
Encuentra Juan 1:12. Pídele que lo lea en voz alta. Pregúntale: “¿Qué te dice este versículo?” Explícale que él(ella) se convierten en un hijo(a) de Dios al recibir al Señor Jesús como su Salvador.
Pregúntale: "¿Tú crees que Jesús es el Hijo de Dios y que Él murió por tus pecados?" Si él dice que sí, pregúntale: “¿Tú crees que Jesús vendrá a tu corazón ahora mismo si tú se lo pides?” Si la respuesta es sí, pregúntale: “¿Te gustaría recibir al Señor Jesús como tu Salvador ahora mismo?” Si él dice que sí, dile que tú dirás una oración, y que él la puede repetir después de ti. Repite una frase a la vez:
“Señor Jesús, yo sé que soy un pecador. Creo que tú eres el Hijo de Dios, y que tú moriste por mis pecados. Por favor perdóname, quiero que seas mi Salvador. Por favor ven a mi corazón. Te estoy recibiendo como mi Salvador ahora mismo. Amén”.
YO TENGO VIDA ETERNA
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36)
Encuentra Juan 3:36 y pídele que lo lea en voz alta. Pregúntale: “¿Qué te dice este verso?” Explícale que Dios está hablando de dos grupos de personas—aquellos que creen en Su Hijo y aquellos que no creen en Él. Si él está en el grupo de los que creen en el Hijo, ¿qué dice Dios acerca de él? Dios dice: “Tú TIENES vida eterna”. ¡Tú sabes que la tienes porque Dios lo dice!
Hay personas alrededor de ti que necesitan ser salvas. Comienza a orar por ellas y está atento por una oportunidad para guiarlos a ellos al Señor Jesús. No tengas temor de cometer un error. ¡Tú cometerás el error más grande de todos si no tratas de ganarlos para Cristo!
Una buena forma de conseguir la oportunidad de hablarle a alguien acerca de Cristo es preguntarle: “¿Te molestaría si te hago una pregunta personal?”
La mayoría de las personas responderán: “No”. Entonces le puedes preguntar: “Si tú fueras a morir esta noche, ¿estás seguro que irás al cielo?” Si la persona no está segura, le puedes preguntar: “¿Te gustaría que yo te mostrara en la Biblia cómo tú puedes estar seguro que irás al cielo?”
Tú puedes ser un cristiano nuevo y te estás preguntando qué puedes hacer. ¡Tú no tienes que esperar muchos años; puedes servir al Señor ahora! Les puedes decir a otros lo que Dios ha hecho por tu vida. Puedes hablarles a otros acerca del D+J Club del Buzón y ellos se pueden inscriber en este mismo sitio.
Dios ha prometido grandes recompensas para aquellos que ganan a otros para Cristo. El apóstol Pablo habla de los cristianos que él ganó para Cristo como su “corona de gozo” (1 Tesalonicenses 2:19). Dios dice:
“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad” (Daniel 12:3).
Necesitamos que se nos recuerde que nosotros tenemos “solo una vida; y pronto pasará. Solo lo que se haga para Cristo permanecerá”.
Será de GRAN GOZO entrar al cielo, para ver a nuestro Salvador cara-a-cara, y oírle decir: “¡Bien, buen siervo y fiel! Entra en el gozo de tu Señor”. ¡Ver a muchos que guiamos a Jesucristo será GOZO MULTIPLICADO!
1. Toda persona vivirá por la eternidad en el cielo o en el infierno.
2. Los cristianos vivirán por la eternidad con Cristo en el cielo. Aquellos que mueran sin Cristo vivirán por la eternidad en el infierno.
3. Ganar almas es guiar a otros a Jesús. Todo cristiano puede tener el gozo de ganar a otros para Cristo. Él amó al mundo lo suficiente como para dar su vida por ellos. ¿Amas a las demás personas lo suficiente para hablarles acerca de Cristo?
“Padre, ayúdame a darme cuenta que toda persona un día estará, en el cielo o en el infierno. Ayúdame a amar a las personas lo suficiente para hablarles de Jesús, en el Nombre de Jesús, amén”.
CAPÍTULO ONCE
El Complot
Resumen del capítulo anterior:
Rubén le dijo a Carlos porque su Biblia es su Espada Secreta y como Jesús nos da fortaleza para tomar las decisiones correctas. Carlos le contó a Rubén que él iba a ayudar a Alejandro a reparar una balsa en el río.
Rubén estaba listo para salir en su bicicleta hacia el río cuando vio a Rebeca agitando su mano emocionadamente desde su ventana. Cuando el corrió hacia su cuarto, ella dijo: “OH, Rubén, me siento muy contenta que viniste. Daniel acaba de estar aquí buscándote. Él dijo que debías ir al río cerca del puente viejo. Los chicos están planeando empujar a Carlos fuera de la balsa antes que terminen de repararla”.
El corazón de Rubén se aceleró. Él se despidió rápidamente de Rebeca, montó su bicicleta y pedaleó furiosamente. Alejandro había escogido la cosa más fea que alguien le pudiera hacer a Carlos. Ya sea que Alejandro lo supiera o no, Carlos tenia un hermano que se ahogó en un accidente en un bote, y a Carlos le aterroriza el agua. Él nunca se subiría en un bote y menos en una balsa a medio reparar.
Rubén entendió porqué Carlos quería dejar a los otros chicos una vez la balsa estuviera reparada. Carlos se sentía seguro si la balsa no estaba lista para moverla en el agua. Cuando estuviera reparada, Carlos quería estar lejos, muy lejos.
Rubén salió de la calle principal y tomó el camino al río. De repente él perdió el control de su bicicleta y chocó contra un arbusto. “¡Oh, no!” Se quejó Rubén cuando vio que una rueda de la bicicleta se había arruinado. No había nada que hacer sino dejar su bicicleta y buscar a Carlos. Rápidamente escondió su bicicleta detrás de unos arbustos. Entonces comenzó a correr hacia el río.
Mientras Rubén corría por el camino, se preguntaba cuantos chicos encontraría. Esperaba que alguien pudiera ayudarle a enfrentarse a Alejandro. Pronto escuchó voces. Rubén disminuyó sus pasos y se mantuvo escondido lo más que pudo. Él se aproximó más y más hasta que escuchó lo que estaba pasando. Luego apartó algunas ramas delante de él y observó a los muchachos.
Rubén vio un par de chicos sosteniendo a Carlos, en tanto que Alejandro iba hacia él con una cuerda. Carlos preguntó angustiado: “¿Qué van a hacer? No hemos terminado la balsa todavía, y mejor nos hubiéramos apresurado, porque tengo que regresar a casa”.
Alejandro le dijo: “Oh, Carlos, no te preocupes. La balsa está suficientemente bien para lo que queremos hacer ahora. Nosotros siempre le jugamos una pequeña broma a cada nuevo miembro de nuestra pandilla. Queremos ver si eres lo suficiente valiente”. Mientras Alejandro hablaba, comenzó a atarle las manos a Carlos.
Carlos gritó tratando de soltarse: “¡Déjenme ir! No quiero pertenecer a su pandilla”.
Alejandro murmuró: “Sí, eso pensé. Nos imaginábamos que estabas a punto de regresar a dónde está tu amigo el predicador. Queremos hacer algo que te ayudará a recordarnos. Como tu trabajaste tan duro en la balsa, puedes ser el primero en usarla”.
Carlos palideció mientras los muchachos comenzaron a arrastrarlo hacia la balsa. “¡Déjenme ir!", gritó Carlos. “No puedo nadar y no quiero ir en la balsa”.
Rubén saltó fuera del lugar donde se escondía y corrió hacia los chicos. Agarró a Alejandro y lo apartó de Carlos. Gritando dijo: “¡Alejandro! Deja libre a Carlos. ¡No te atrevas a ponerlo en esa balsa!”
Alejandro se veía sorprendido, pero pronto se recuperó y respondió con furia: “!Hey, muchachos, agarren ese chico predicador y sosténganlo!" Rubén luchó pero él no era capaz de enfrentarse a los otros chicos. Ellos pronto lo tenían agarrado fuertemente, en tanto que Alejandro y otro chico ponían a Carlos en la balsa y comenzaron a empujarla dentro del agua.
Rubén le gritó a Carlos: “Carlos, no tengas miedo. La ayuda vendrá en cualquier momento. ¡Solo aguanta un poco más!"
Alejandro soltó la balsa y volteó hacia Rubén preguntando con un grito: “¿Qué quieres decir? ¿Quién más sabe acerca de esto?”
Antes que Rubén respondiera hubo un zambullón de alguien que se lanzó al agua y nadó hacia la balsa. Rubén suspiró aliviado al reconocer que era Daniel. Con una mano Daniel comenzó a guiar la balsa hacia la orilla del río.
Lleno de ira, Alejandro se fue hacia la balsa. Sorpresivamente el Sr. Torres y un policía llegaron al lugar. Algunos de los chicos comenzaron a correr, pero el policía les gritó: “Deténganse, muchachos. Las cosas serán mucho más fácil si ustedes me dicen lo que está sucediendo aquí, en vez de que tengamos que perseguirlos. ¿Quién de ustedes es Alejandro Santos?”
Daniel señaló a Alejandro: “Allí está. Él es el líder de la pandilla”. Daniel le dió un último empujón a la balsa, para ponerla sobre la orilla. Daniel animó a Carlos, mientras lo ayudaba a bajarse de la balsa: “Todo está bien ahora, Carlos”.
Rubén se libró de los otros chicos y corrió hacia Carlos: “¿Estás bien?” Carlos movió la cabeza afirmativamente en tanto que Rubén le soltaba la cuerda con la que tenía las manos atadas.
El policía y el Sr. Torres escoltaron a los asustados chicos camino abajo, donde otro carro de la policía estaba entrando a la zona de parqueo. Daniel ayudó a Rubén a poner su bicicleta en el cofre del carro de su padre y luego él y Rubén se sentaron junto a Carlos. Nadie habló durante el trayecto a casa.
¿Qué hará Carlos ahora?
¿Qué será lo próximo que sucederá?
No te pierdas el emocionante final de “¡Rubén y su Espada Secreta!”