UB David + I'll B Jonathan, Inc.

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Esta lección está escrita por El Club del Buzón


presenta "Vencedores"

 

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Vencedores

Lección 8: Mi Regalo para Dios

Mi Regalo para Dios


Querido amigo (a):

Dios les da a Sus hijos muchos regalos maravillosos, pero el regalo más grande de Dios para nosotros es el regalo de Su Hijo, el Señor Jesucristo. Primero me dio a Cristo, para que muriera por mis pecados, y yo pudiera llegar a ser hijo de Dios. Después Dios me dio a Cristo para vivir en mí, para que yo pueda vivir como debe vivir un hijo de Dios.

Dios desea que me dé a mí mismo a Él

Ahora es tiempo para pensar qué le puedo yo dar a Dios. Si verdaderamente amo a Dios y aprecio todas las cosas grandes que ha hecho por mí, desearé darle a Él el regalo que más le agrada.

¿Cuál es el regalo que le puedo dar que agrade más a Dios? ¿Es el dinero? No, Dios no necesita mi dinero. ¿Es trabajar para Él? ¡No, tampoco es eso!

El regalo que agrada más a Dios ¡es el regalo de mí mismo! Si yo verdaderamente amo a Dios con todo mi corazón, desearé darle el regalo que Él más desea. Es el mismo regalo que los creyentes de Macedonia le dieron a Dios. La Biblia dice:

A sí mismos se dieron primeramente al Señor (2 Corintios 8:5).

El Mejor Regalo

Cuando tú amas a alguien con todo tu corazón, te gusta mostrar tu amor por él al darle el mejor regalo que le puedes dar.

Una niña de trece años estaba escuchando atentamente mientras su pastor hablaba del amor de Dios por ella. Él le dijo que Dios le amaba tanto que le dio el mejor regalo que le podía darle dio a Su Hijo. Él habló de que el Señor Jesús le amaba tanto que dio Su vida voluntariamente en la cruz para morir por los pecados de ella.

Esto conmovió profundamente el corazón de la niña. Ella amaba al Señor con todo su corazón, y deseaba mostrar su amor por Él. Ella no tenía dinero, así que le parecía que no tenía nada que darle al Señor.

cuanda la cesta de la ofrenda quedó en el piso, la niña se paró encima

Pensó en un regalo que agradaría a Dios mucho. Cuando el ujier pasó la cesta para la ofrenda, ella le dijo en voz baja: "Por favor baje la cesta". Él la bajó. Luego ella dijo: "Por favor bájela más". El ujier la bajó más, cerca del piso, pero de nuevo ella susurró: "Por favor bájela hasta el piso".

Finalmente, cuando la cesta de la ofrenda quedó en el piso, la niña se paró encima. Ella le estaba dando a Dios el mejor regalo que podía darle. ¡Le estaba regalando al Señor su propio ser!

El mejor regalo que le podemos dar al Señor es el regalo de nosotros mismos. Este es el regalo que el Señor aprecia más que cualquier otro.

¿Qué significa esto?

¿Qué significa cuando yo me doy a mí mismo al Señor? Significa que estoy dando mi vida al Señor, para hacer Su voluntad en lugar de la mía.

Mi enemigo, Satanás no desea que yo me dé a mí mismo al Señor. Él odia a Dios y me odia a mí. Quizás me diga: "¡No entregues tu vida al Señor! Si lo haces, El te obligará a hacer cosas difíciles que tú no deseas hacer". Pero Satanás es un mentiroso.

Supongamos que un padre amable y amoroso tiene una hija pequeña que adora

Supongamos que un padre amable y amoroso tiene una hija pequeña que adora. La niña ama de la misma manera a su papá. Un día ella se sienta en las piernas de su papá y le dice: "Papi, tú eres tan bueno y tan sabio y sabes lo que es mejor para mí. Yo te amo tanto que deseo darme a mí misma a ti para que tú hagas conmigo lo que quieras".

¿Qué crees que el papá diría? Acaso diría: "¡Qué bueno! Eso es lo que estaba esperando que tú dijeras. Desde ahora en adelante nunca más podrás divertirte. No podrás salir a jugar, ¡y tendrás que comer cosas que no te agradan tres veces al día!"

¿Diría eso un padre amoroso a la hija a quien adora? No, nunca diría algo similar. Diría algo así: "Hija preciosa, te amo con todo mi corazón. Deseo sólo lo que es mejor para ti. Mi gozo más grande es verte a ti contenta y satisfecha".

Así es con nuestro Padre celestial. Él ama a Sus hijos y desea lo que es mejor para ellos. Él se goza al vernos felices y satisfechos.

¿Por qué debo darme a mí mismo al Señor?

La razón por la que debo darme a mí mismo al Señor es porque le pertenezco a Él. La Biblia dice:

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Corintios 6:19-20).

¿Cuál es el precio que el Señor Jesús pagó por mí? El precio es Su propia sangre preciosa

"No sois vuestros". No me pertenezco a mí mismo. Pertenezco al que me "compró"—al Señor Jesús.

¿Cuál es el precio que el Señor Jesús pagó por mí? El precio es Su propia sangre preciosa. No fue oro ni plata, sino algo mucho más precioso. El dio Su vida por mí. Derramó Su sangre por mí en la cruz. La Biblia dice:

Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación (1 Pedro 1:18-19).

Yo era esclavo del pecado y de Satanás, pero el Señor Jesús me compró y me libró de mis enemigos. Ahora pertenezco a Él. Ahora Él es mi Dueño. Esto significa que debo obedecerle a Él. No importa lo que suceda, siempre perteneceré a Él. La Biblia dice: Sea que vivamos o que muramos, del Señor somos (Romanos 14:8).

Ser dueño y poseer

Hay una diferencia entre ser dueño y poseer. Ser dueño significa que algo es mío; me pertenece. Poseer algo significa que puedo ocuparlo.

Un hombre quería comprar una granja que estaba adjunta a la suya. ¿Cómo era la granja? No era nada bonita. ¡Más bien se veía terrible! El dueño vivía en otra ciudad, y había rentado la granja por muchos años.

Los inquilinos no habían cuidado la granja en absoluto. Permitían que otras personas echaran basura en el terreno. Había grandes surcos en los campos donde las lluvias se habían llevado la tierra fértil. Los campos estaban llenos de hierbas. Serpientes venenosas vivían en algunas chozas des-cuidadas de la granja.

Ser dueño sin poseer

¿Por qué querría un hombre comprar una granja como ésta? La quería comprar porque sabía que podía arreglarla. Sabía que podía hacer que fuera una granja hermosa y productiva. En su mente podía ver pastizales de tréboles y un hermoso lago lleno de peces.

El dueño fijó un precio para la granja, y el hombre hizo un trato con él. Sin embargo, el dueño le dijo que la granja estaba rentada para el resto del año. Podía comprarla ahora, pero tenía que esperar para tomar posesión hasta el final del año.

El hombre pagó el precio de la granja al contado y recibió un título diciendo que la granja ahora pertenecía a él. Pasó algunos meses caminando por la propiedad observando qué necesitaba hacer. Tenía muchos planes maravillosos para la granja, pero no podía hacer ni una sola cosa de las que deseaba hacer.

Ser dueño y tener posesión

El era dueño de la granja, pero no tenía posesión. El primer día del año nuevo, tomó posesión, y empezó a trabajar para hacer que la granja fuera como él quería. Con el tiempo llegó a ser una de las granjas más hermosas y valiosas de toda la zona.

Mi vida era como esa vieja granja.No era bonita. Pero el Señor Jesús me amaba así como era, y pagó el precio completo para "comprarme". Ese precio fue Su propia vida.

¿Por qué hizo esto el Señor Jesús? Lo hizo porque quería hacer algo hermoso de mi vida. Para hacer esto, no sólo necesita ser Dueño de mi vida, sino que debe poseerla.

¿Cuál fue mi papel en todo esto? Mi papel fue darle al Señor Jesús la posesión de mi vida, que Él había comprado con Su preciosa sangre. La Biblia dice:

Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Corintios 6:20).

¿Tiene el Señor posesión de tu vida?

Señor Jesús, gracias por amarme tanto que diste Tu vida por mí

El Señor tiene un plan para tu vida. Él sabe lo que desea hacer con tu vida para hacerla hermosa y útil. Él desea llenarte con Su vida, Su gozo y Su poder. Pero el Señor no puede hacer las cosas maravillosas que desea hacer hasta que tú le des posesión de tu vida. Él nunca te obligará a hacerlo. El desea que tú lo hagas porque lo amas y confías en Él. Él desea escucharte decir algo como:

"Señor Jesús, gracias por amarme tanto que diste Tu vida por mí. Ahora sé que Te pertenezco a Ti. Ahora, por mi propia decisión y voluntad, Te entrego mi vida a Ti para que Tú hagas con ella lo que quieras hacer".

¿Qué es lo que hace que deseemos darnos a nosotros mismos al Señor?

Sabemos que debemos darnos a nosotros mismos al Señor, pero ¿Qué nos hace desear hacerlo? Es el amor de Cristo.

La Biblia dice: Porque el amor de Cristo nos constriñe (2 Corintios 5:14). Cuando nos damos cuenta de lo que Él hizo por nosotros y de cuánto nos ama, deseamos darnos a nosotros mismos a Cristo.

La cruz excelsa al contemplar

"La cruz excelsa al contemplar,
Do Cristo allí por mí murió.
De todo cuanto estimo aquí,
Lo más precioso es Su amor.

El mundo entero no será,
Dádiva digna de ofrecer.
Amor tan grande y sin igual,
En cambio exige todo el ser".

Tú serás bendecido al dar tu vida al Señor.

Un día tú y yo nos presentaremos delante del Señor Jesús

Dios te está pidiendo que le des tu vida a Él. No hay un sustituto para esto. El estudio de la Biblia, la oración, decirles a otros de Cristo, asistir a la iglesia, hacer obras cristianas—todas estas son cosas buenas, pero no pueden tomar el lugar de dar tu vida al Señor.

Un día tú y yo nos presentaremos delante del Señor Jesús para ser juzgados por lo que hemos hecho en nuestras vidas después de ser salvos. Sería maravilloso escuchar al Señor decirte:

Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor (Mateo 25:23).


La Verdad de Dios

Si he confiado en el Señor Jesús como mi Salvador, mi vida le pertenece a Él.

La pregunta no es: "¿Le pertenezco al Señor Jesús?" Más bien es: "¿Le he dado mi vida al Señor Jesús, ya que de por sí le pertenece a Él?"

Yo Creo

"Señor Jesús, deseo que Tú puedas hacer todo lo que has planeado para mi vida. Sé que Te pertenezco a Ti. Ahora por mi propia decisión y con mi voluntad Te doy mi vida de la mejor manera que yo sé.

"Te pido que me ayudes a vivir una vida de amor y de servicio para Ti para que no tenga vergüenza en ese día que me presente cara a cara ante Ti en el cielo".

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