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Serie 2 Lección 8: Jesús quiere que Le Obedezca
Querido(a) amigo(a):
Mientras pensamos en todo lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros, queremos amarlo con todo nuestro corazón. Esto trae gozo al corazón del Señor.
Otra manera en la que podemos traer gozo a Su corazón es obedeciéndole. Jesús dijo, “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Pensemos en cómo obedecemos al Señor Jesús.
En Su Palabra, el Señor nos dice cosas que no debemos de hacer. La Biblia dice, “No hurtarás” (Éxodo 20:15). Pudieses ser tentado a robar. Hay tantas cosas que te gustaría tener. Es fácil pensar, “Nadie me va a ver”. Pero el Señor Jesús ve y sabe todas las cosas. Cuando robamos, estamos desobedeciendo al Señor.
La Biblia dice, “No mintáis los unos a los otros…” (Colosenses 3:9). Esto es un mandamiento que todos podemos entender. ¡Dios odia los labios mentirosos! Si decimos mentiras, no estamos obedeciendo al Señor Jesús.
El Señor no solo nos dice las cosas que no podemos ir, pero Él también nos dice las cosas que debemos hacer. La Biblia dice, “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32). Dios nos ha perdonado de todos nuestros pecados, así que debemos perdonar a otros.
El Señor no solo nos habla en Su Palabra, pero también nos habla en nuestros corazones. En realidad, no escuchamos una voz, pero sabemos, en nuestros corazones, cuando hacemos algo mal.
¿Alguna vez te has copiado en el colegio? Si lo has hecho, ¿cómo te sentiste en tu corazón? No te sentiste bien porque la dulce voz del Señor Jesús te estaba diciendo que copiarte es malo. Copiarse es robarse información que no te pertenece.
Cuando estás en duda sobre algo, hazte esta pregunta: “¿Jesús querría que yo hiciera esto?” Si piensas que Él no quiere que lo hagas, ¡no lo hagas! Si está bien que lo hagas, el Señor Jesús te va a ayudar a saber qué es lo correcto.
Justo antes de que el Señor Jesús regresara al cielo, dijo a sus discípulos: “Toda potestad [autoridad] Me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18).
¿Qué significa la palabra “autoridad”? La autoridad es el derecho a ser obedecido. Si alguien tiene derecho a ser obedecido, ¿qué debemos hacer? ¡Debemos obedecerlos!
El Señor Jesús tiene toda autoridad en el Cielo y en la tierra. Esto significa que Él tiene el derecho de ser obedecido por cada persona. Pero el Señor Jesús no viene aquí y nos dice a cada uno lo que debemos hacer todo el día. En cambio, Él pone gente aquí para representar Su autoridad.
Por ejemplo, el Señor Jesús pone a los padres en el hogar para representar Su autoridad. Cuando obedeces a tus padres, estás obedeciendo al Señor Jesús, y cuando los desobedeces, estás desobedeciendo al Señor. La Biblia dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” (Efesios 6:1).
A veces los niños y las niñas se quejan y discuten cuando sus padres les dicen que hagan algo. Esto no le agrada al Señor.
Nosotros agradamos al Señor cuando obedecemos de la manera correcta. La manera correcta de obedecer a aquellos que Dios pone sobre nosotros implica tres cosas:
1. Hacer lo que te digan que hagas,
2. Cuando se te dice que lo hagas,
3. Con una buena actitud.
Obedecer Alegremente
Una adolescente se había convertido en cristiana y quería asistir a una reunión del grupo juvenil. Cuando le preguntó a su madre si podía ir a la reunión del grupo de jóvenes, su madre se puso muy furiosa y dijo: “¡No, no puedes ir a esa reunión, quiero que te quedes en casa esta noche!”
La respuesta misericordiosa de la chica fue: “¿Hay algo que te gustaría que hiciera en la casa esta noche?”
Esta respuesta sorprendió a su madre. Con incredulidad, ella comentó: “Sí. ¡Entra en la cocina y lava los platos!”
La chica comenzó alegremente el proyecto. Antes de que terminara, su madre entró a la cocina y preguntó bruscamente, “¿Tienes tareas para mañana?” La joven respondió que ya las había hecho.
Minutos más tarde, la madre regresó a la cocina y dijo con menos rudeza, “Puesto que has lavado los platos y hecho tu tarea, supongo que puedes ir a esa reunión esta noche, ¡pero asegúrate de volver a casa desde que se acabe!”
—Bill Gothard
Hay otros lugares además de nuestro hogar donde el Señor pone a personas con autoridad sobre nosotros. En la escuela, el director es quien representa la autoridad del Señor. Cuando obedeces al director, estás obedeciendo al Señor. Cuando desobedeces al director, estás desobedeciendo al Señor.
En el aula, el maestro representa la autoridad del Señor Jesús. La manera en que tratas a tu maestro es la manera en que tratas al Señor. Cuando obedeces a tu maestro, estás obedeciendo al Señor. Cuando desobedeces a tu maestro, estás desobedeciendo al Señor. Si le hablas mal a tu maestro, es como hablarle mal al Señor.
Es fácil decir, “Amo al Señor y quiero agradarle”, pero la prueba de mi amor es ésta: ¿Estoy obedeciendo al Señor? ¿Estoy obedeciendo a los que el Señor me pone como autoridad? ¿Estoy obedeciendo al Señor de la manera que a Él le agrada?
Si el Señor te ha mostrado que tu actitud no ha sido correcta, ¿elegirás obedecerle de la manera que a Él le agrada? Comienza a hacer esto ahora en tu casa y escuela. Verás que el Señor te bendecirá. Jesús dijo, “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” (Juan 13:17).
3 Grandes Verdades
Autoridad es el derecho a ser obedecido. El Señor Jesús tiene TODA autoridad en el Cielo y en la tierra. Él tiene el derecho de ser obedecido por cada persona.
El Señor Jesús pone a la gente aquí para representar Su autoridad. La forma en que los tratamos es la manera en que tratamos al Señor Jesús.
Obedecemos al Señor Jesús de la manera que Le agrada cuando hacemos lo que se nos dice qué hacer, cuando hacerlo, con una buena actitud.
La historia hasta ahora:
Enrique, el compañero de Esteban, parece ser el centro de un misterio en el campamento. Los cuatro amigos quieren hablar con el director del campamento.
Capítulo 8:
La Tienda de la Esquina
Antes de que las niñas pudieran hacer más preguntas, los muchachos desaparecieron en el bosque.
“Espero que Enrique no tenga que abandonar el campamento por eso”, dijo María con preocupación. “No creo que le haya pedido a Jesús que sea su Salvador. Tal vez el Sr. Martínez le ayude a hacer eso”.
Las niñas se pusieron de pie y corrieron hacia el comedor.
No fue hasta la mañana siguiente que María y Susana volvieron a ver a Esteban y Alejandro. “¿Dónde estaban anoche?”, preguntó María.
Esteban comenzó a explicar, “No vimos al Sr. Martínez, pero encontramos al Sr. Daniel. Le dijimos todo. Le contará al Sr. Martínez sobre esto. Estaba muy preocupado.
“También nos enteramos de que el viejo señor que vimos es el Sr. Marcos. Él estará tocando su violín para nosotros. Él ha tocado aquí en el campamento muchas veces antes. Si el Sr. Martínez necesita más información, nos llamará a su oficina. Espero que no sea durante el tiempo de manualidades, porque quiero terminar la billetera de mi papá.
“Espero que le guste. Estoy poniendo las palabras ‘Dios te ama’ atrás de la billetera”.
“Sí, sé que le gustará mucho, especialmente porque lo has hecho a mano. Él necesita algo para hacerlo feliz”, dijo María.
“¡Wow! Las cosas se están poniendo muy emocionantes por aquí. Nunca pensé que seríamos parte de un misterio en el campamento”, dijo Susana, sacudiendo la cabeza. “Tenemos que apresurarnos para llegar a la reunión de la mañana a tiempo. Déjennos saber lo que suceda después”.
Más tarde esa mañana las chicas estaban trabajando duro en sus proyectos de arte cuando la señorita Lina se les acercó y les dijo, “Ustedes dos han trabajado tan bien en sus proyectos que están más avanzadas que los demás. ¿Podrían ir a la tienda de la esquina por mí? Pensé que tenía suficientes materiales para la semana, pero se acabaron algunos”.
A María y Susana les gustaba la señorita Lina y estaban encantadas de poder hacer algo especial para ella. Tomaron la lista que ella les entregó y corrieron rápidamente a la tienda de la esquina cerca de la puerta de entrada. Se habían detenido en la puerta que estaba un poco abierta para recuperar el aliento cuando oyeron voces adultas hablando por dentro.
“Se nos han estado perdiendo cuentas, lapiceros, libros de historietas, cosas así desde el primer día del campamento”, dijo un hombre. “Lo extraño es que no hemos visto muchos niños en la tienda. Pero ahora los observaremos a cada uno con cuidado”.
Susana miró fijamente a María con los ojos muy abiertos y susurró: “Las cosas están cada vez más misteriosas. Creo que no debemos entrar, debemos regresar al campamento”.
María agarró el brazo de Susana y dijo, “Tenemos que conseguir los materiales para la señorita Lina. No estamos haciendo nada malo. Vamos, Susana, estoy segura de que está bien entrar”. Las chicas lentamente empujaron la puerta y entraron en la tienda.
“Hola chicas, ¿puedo ayudarles?”, preguntó una señora sonriente detrás del mostrador.
“Sí, gracias”, contestó nerviosamente María mientras le entregaba la lista a la señorita Lina. “Nuestra profesora de manualidades, la señorita Lina, nos pidió que le llevemos estos materiales para nuestros proyectos”.
La señora miró la lista por un momento. “Tendré que ir a la parte de atrás por estos artículos. Son las cosas que han estado desapareciendo. Vuelvo enseguida”, dijo la dama mientras se alejaba sacudiendo la cabeza.
La señora regresó con algunas cajas de provisiones. “Encontré algunas cajas sin abrir en la parte trasera del almacén. Creo que el hilo y las cuentas deben ser suficientes para el resto de la semana”.
“Muchas gracias”, dijeron María y Susana casi al mismo tiempo. Luego se apresuraron en salir por la puerta y regresar a sus proyectos de manualidades.
En la puerta de la sala de manualidades, María le dijo a Susana, “Sólo nos quedan unos minutos para las manualidades. Creo que deberíamos ir donde el Sr. Martínez y decirle lo que escuchamos en la tienda”.
Susana asintió mientras entraban a la sala de manualidades y le entregaban a la señorita Marion los materiales. Ambas trabajaron tranquilamente, pensando en lo que había sucedido en la tienda de la esquina.
Tan pronto se acabó la clase de arte, María y Susana estaban de camino a ver al Sr. Martínez. Cuando llegaron, se sorprendieron al ver a Esteban y Alejandro en la oficina del Sr. Martínez.
Esteban explicó al Sr. Martínez que María era su hermana y que las chicas sabían de los extraños acontecimientos en el campamento.
El Sr. Martínez buscó sillas adicionales para su oficina. Pidió a las niñas que compartieran lo que sabían sobre Enrique y los artículos que algunos de los campistas habían comprado durante los últimos días.
María y Susana le contaron en detalle lo que habían oído en la tienda de la esquina esa tarde. El Sr. Martínez escuchaba muy atentamente con un rostro preocupado. Esteban y Alejandro se sentaron y escucharon asombrados.
“Gracias”, dijo el Sr. Martínez. “Ustedes han ayudado a explicar algunas cosas que se han convertido en una gran preocupación para el personal del campamento. Nunca pensé que algo así pudiera pasar en el Campamento Buena Esperanza”.
¿Qué decidirá el Sr. Martínez?
¡No te pierdas la emocionante historia de tu próxima lección!