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Esta lección está escrita por El Club del Buzón


presenta "Mejores Amigos serie 1"

 

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El Club del Buzón

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Mejores Amigos

Serie 1 Lección 8: Jesús es mi Mejor Amigo Especial

Jesús es mi Mejor Amigo Especial


Querido(a) amigo(a):

Jesús es mi Salvador y mi Señor; ¡también es mi Mejor Amigo especial! Quizás estás pensando, “¿Por qué dices que Jesús es tu Mejor Amigo especial?” ¡Esperaba que hicieras esa pregunta! Déjame decirte por qué El es mi Mejor Amigo especial.

Jesús me Conoce

Jesús es mi Mejor Amigo especial porque El me conoce mejor que nadie. Él es Dios, y El conoce todo de mí. ¡El hasta conoce mis pensamientos!

¡Soy muy importante para Jesús! Quizás no sea importante para algunas personas, pero Jesús realmente se preocupa por mi. El sabe hasta cuantos cabellos tengo en mi cabeza. ¡Los tiene todos contados! El dijo, “…Pues aun vuestros cabellos están todos contados” (Mateo 10:30).

Jesús me Ama

Jesús me Ama

Un mejor amigo es aquel que te ama tal y como eres y aun así te ayuda a desarrollarte lo más que puedas. Jesús es mi Mejor Amigo especial porque nadie me ha amado como El me ama. Él me amó tanto que dio Su vida por mi. Y El me ama hoy igual como me amaba en ese entonces. Jesús dijo, “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13).

El Señor Jesús me ama tal y como soy, pero me ama demasiado como para dejarme como estoy. Él vive en mí y me está haciendo como El día tras día. El conoce mis faltas, pero me ama y nunca dejará de amarme.

Jesús quiere lo Mejor para mí

Jesús es mi Mejor Amigo especial porque El solo quiere lo mejor para mí. El me guiará en tomar decisiones si le pido Su ayuda y confío en Él.

En Su Palabra, la Biblia, el Señor Jesús me dice las cosas que debo de hacer, como obedecer a mis padres y maestros. También me dice las cosas que no debo de hacer, como decir mentiras y cosas hirientes a otras personas.

¿Y qué de las cosas que no son mencionadas en la Biblia? En ese caso debo preguntar: “¿A Jesús le gustaría verme hacienda esto?” Si pienso que no le gustaría verme haciendo eso, entonces ¡NO debo hacerlo!

Mi Amigo Especial

por Amanda Rawlings

Una maestro de tercer grado le dio a su clase la asignación de escribir un reporte acerca de una “persona especial”. Amanda quería hablarle a su clase acerca de Jesús, así que escogió a Jesús como su “persona especial”. Tuvo la oportunidad de leerle su reporte a la clase. Aquí está lo que Amanda escribió:

Él es especial porque es Jesús el Hijo de Dios. Él es especial porque siempre está ahí cuando lo necesito.

Hablo mucho con El. Mi Persona especial es bueno y perdona. Él se convirtió en especial para mí cuando fui a la iglesia y aprendí acerca de Él.

Sentí aún más amor por El cuando leía mi Biblia en mi habitación. Escogí a Jesús como mi Mejor Amigo especial porque Él es la persona más importante en mi vida.

Siempre lo pongo en primer lugar en mi vida. Siempre confío en el para que dirija mi camino. Si me encuentro en problemas, Él siempre me puede ayudar.

Realmente Lo amo y El me ama aún más. No puedo imaginarme vivir sin Él. Nunca voy a la cama sola, nunca estoy sola porque Jesús siempre está conmigo.

¿Alguna vez te has sentido como que estás solo? ¿Alguna vez has sentido miedo? No tienes por qué tener temor y no tienes que sentirte solo porque Jesús siempre está ahí. ¡El verdaderamente es mi Mejor Amigo especial!

Amanda

Jesús siempre tiene Tiempo para mí

Jesús es mi Mejor Amigo especial porque Él siempre tiene tiempo para mí. Puedo hablar con Él en cualquier momento. Puedo hablar con Él en cualquier lugar. Nadie se preocupa por mi como Jesús. Él quiere que yo vaya a Él por cualquier cosa que me preocupe.

Jesús nunca Cambia

Jesús nunca Cambia

Jesús es mi Mejor Amigo especial porque Él es siempre el mismo. En el pasado he tenido amigos y de alguna manera cambiaron y ya no somos amigos. ¡Pero Jesús nunca cambia! La Biblia dice, “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

El Señor Jesús es siempre la misma Persona maravillosa que me ama con todo Su corazón. Siempre está ahí para escucharme, ayudarme, animarme. Es realmente el mejor amigo que pudiese tener.

Jesús y yo somos “Mejores Amigos Por Siempre”, pero nunca debo olvidar quién Él es. Él es mi Salvador, mi Señor, mi Dios, y lo trato con respeto y reverencia. No le llamo “el hombre de allá arriba”.

Tres cosas que debemos recordar

Ser un hijo de Dios es la cosa más maravillosa del mundo, pero déjame decirte un secreto: Tu vida aquí en la tierra como un hijo de Dios no siempre será fácil. Jesús dijo,

“En el mundo tendréis aflicción [muchos problemas]; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).

Yo tendré muchas pruebas y tribulaciones a medida que viajo a mi hogar en el Cielo, pero no debo tener temor. El Señor quiere que recuerde 3 cosas:

1

Jesús siempre está a favor mío.

Jesús tiene toda potestad en el Cielo y en la tierra, y siempre está a favor de Sus creyentes. Cada momento, ahí en el trono, Él está pensando en mí. Él quiere que yo le cuente todo lo que me preocupa. Él quiere que traiga todos mis problemas y cargas a Él. Él quiere que le cuente todo lo que hay en mi corazón.

2

Jesús siempre está conmigo.

El Señor Jesús está en el Cielo, sentado a la diestra de Dios el Padre, pero Él también vive en los corazones de Sus creyentes por Su Espíritu. El Apóstol Pablo dijo, “¡Cristo vive en mí!” Tú y yo podemos decir esto también. Jesús prometió que Él nunca nos dejará. Él dijo, “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5b).

¿Disfruta Jesús escuchar música que tiene palabras obscenas en ella?

Como Jesús siempre está conmigo, debo hacerme unas preguntas: ¿Se complace el Señor cuando estoy alrededor de aquellos que usan malas palabras? No, no le agrada.

¿Se complace Jesús cuando estoy viendo un programa de televisión o una película con cosas malas en ella? No, no le agrada. ¿Disfruta Jesús escuchar música que tiene palabras obscenas en ella? No, no los disfruta.

Esto significa que no debo de juntarme con aquellos que usan malas palabras. No debo ver cosas malas y no debo escuchar música que palabras obscenas.

Donde quiera que vaya, el Señor va conmigo. Lo que sea que vea, el Señor lo ve conmigo. Lo que sea que escuche, el Señor Jesús también lo escucha. Si realmente amo al Señor Jesús, no querré hacer cosas que no Le agradan.

3

Siempre puedo disfrutar de Jesús.

Jesús no es una “fuerza”; ¡Él es una Persona! Él quiere que Lo ame y Lo aprecie. Él quiere que Lo disfrute, como los mejores amigos se disfrutan.

La manera de disfrutar a una persona es amando a esa persona. Mientras más ames a Jesús, más lo vas a disfrutar. Cuando te enamoras de Jesús, serás un hijo de Dios feliz.

El Señor Jesús es la Persona más maravillosa del universo. Dios me dice que me regocije en El—en quien Él es y lo que Él ha hecho por mí. No importa lo que pase, siempre podré regocijarme en El. La Biblia dice, “Regocijaos en el Señor siempre…” (Filipenses 4:4)


¡Un hijo de Dios que ame a Jesús y lo tenga como su Mejor Amigo especial es una persona realmente feliz!

Filipenses 4:4


Esteban y María

Resumen del capítulo anterior:

María le contó a su madre todo lo que había hecho incluyendo sus mentiras. Susana la amiga de María aprendió acerca del perdón.

Capítulo 8:
María muestra el Camino

Durante los siguientes días, María estuvo muy enferma. La cabeza y el pecho le dolían y su temperatura estaba alta, aún después de tomar el medicamento indicado por el doctor. Sus padres a menudo se veían preocupados cuando se inclinaban sobre su cama.

Esteban venía a sentarse con María todos los días después de clases. Un día cuando estaba sentado a su lado, María le susurró, “Quiero ver a Abuela. ¿Crees que Mami y Papi la dejen venir?”

“Le preguntaré a Papi a ver si puede venir”, dijo Esteban, poniéndose de pies.

ahí estaba su Abuela

El próximo día María se durmió por unos cuantos minutos y cuando se despertó, ahí estaba su Abuela sentada junto a su cama. Le alisó el pelo y se lo quitó de su frente caliente y le habló con voz suave.

María suspiró cansada. “Ay Abuela, oré para que vinieses. Y ahora estás aquí. Dios nos escucha, ¿verdad que sí?”

“Sí, María”, respondió la Abuela. “Esteban me dijo que ambos pertenecen a Jesús. Ahora Dios es su Padre celestial y tú eres Su hija. Él te ama María, y Él quiere que Le pidas todo lo que necesites”.

“Sólo te necesitaba a ti”, dijo María al dormirse de nuevo.

La siguiente tarde, el Papá de María vino a sentarse con ella mientras la Abuela descansaba. “¿Te gustaría que te lea, María?”, le preguntó.

“Sí”, respondió María. “Léeme acerca del ‘Libro de la Vida del Cordero’ donde mi nombre está escrito”.

“¿En qué libro está eso, María?”, preguntó.

“Está en la Biblia de Abuela allí en la mesa”, le dijo María. “Creo que ella la dejó abierta en el lugar correcto”.

Su Papá cogió la Biblia y encontró el versículo—Apocalipsis 21:27. Lo leyó en voz alta. Luego dijo, “Parece que dice que aquellos que hacen cosas malas y dicen mentiras no pueden ir al Cielo, sino solo aquellos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero. ¿Entiendes eso, María?”

“Sí”, contestó María. “Abuela me lo explicó. Tú sabes acercas de mis mentiras, pero yo le pedí a Jesús que me perdonara y que entrara en mi corazón. Y sé que lo hizo. Ahora no tengo miedo de morir, porque sé que voy a vivir con Jesús en el Cielo”.

“Tú no vas a morir”, dijo su Papá rápidamente. “¡Ni siquiera pienses en esas cosas, María!”

María sonrió. “Pero, Papá, me gusta pensar en el Cielo y acerca de mi nombre estando escrito en el libro hermoso de Jesús. ¿Está tu nombre en el libro, Papá?”

“Supongo que no, María. He estado muy ocupado como para pensar en eso”, dijo.

María se recostó tranquilamente por un rato. Observó a su padre mientras el miraba la Biblia, deteniéndose por momentos a leer en silencio. Parecía haberse olvidado de ella.

Finalmente María dijo, “Papi, pudieses venir a la Escuela Dominical con nosotros. Quizás eso pudiese enseñarte el camino al Cielo para que puedas tener tu nombre en el Libro de Jesús”.

El Padre de María se inclinó hacia ella y susurró, “No te preocupes, jovencita. Me has enseñado el camino de una manera bastante clara. Simplemente no estoy listo aún. Pero te prometo que lo pensaré. Ahora, es tiempo de irte a dormir”.

Unos cuantos días después, Susana vino a ver a María. “Oh, María, cuando lamento que has estado tan enferma. La Srta. Pérez me dio tus libros y me dijo que puedo ayudarte a ponerte al día en tus lecciones. Me dijo que esa era una manera en la que podría enseñarte cuanto sentía el haberte arruinado el cuaderno”.

“¿Le dijiste?”, dijo María sorprendida. “Me alegro, Susana. Ahora ella sabe que le estaba diciendo la verdad”.

“Sí”, dijo Susana. “Y cuando le dije que le había pedido a Jesús que entrara en mi corazón, me dijo que iba a dejar que ambas participásemos en el concurso del campamento. Le gusto que le dijimos las cosas malas que hicimos”.

“¡Eso es maravilloso!”, dijo María. “Espero que podamos ir juntas, Susana”.

Las niñas aún estaban trabajando en las lecciones cuando su Abuela entró a la habitación. Le contaron todo lo que la Srta. Pérez había dicho. Luego la Abuela preguntó, “María y Susana, ¿creen que volverán a hacer algo malo otra vez?”

“Espero que no”, dijo Susana, “Pero quizás…”

“Jesús nos puede ayudar a no hacer cosas malas”, añadió María.

“Ambas tienen razón”, dijo Abuela. “Porque Jesús está ahora viviendo en sus corazones, no van a querer hacer cosas malas. Pero a veces van a hacer el mal. Sólo recuerden que Jesús está listo para perdonarlas. Y El las ayudará a hacer lo correcto, si se lo piden”.

“Yo se lo voy a pedir todos los días”, dijo Susana al pararse para irse.

cuando Abuela había terminado de leerle la Biblia

Esa noche cuando Abuela había terminado de leerle la Biblia a Esteban y a María, María preguntó, “Abuela, ¿cree que Mami y Papi aceptarán a Jesús como su Salvador?”

“Sí”, contestó Abuela. “Si oramos por ellos y continuamos mostrándole que Jesús nos cambia”.

“Yo creo que Mami lo hará pronto”, dijo Esteban. “Esta mañana cuando saqué la basura para ella, ella me preguntó que por qué ya no me quejaba. Le dije que era porque tenía a Jesús en mi corazón”.

“Y Papi prometió pensarlo también”, María les dijo. “Ahora, si tan solo pudieses quedarte con nosotros, Abuela, todo sería perfecto”.

“Bueno, tengo una sorpresa para ustedes”, dijo Abuela con una sonrisa. “Sus padres han coordinado para que me pase los fines de semana con ustedes”.

“¡Excelente!”, gritó Esteban. “No más Tío Pedro”.

“Oh, Abuela”, dijo María. “Tengo mi nombre en el hermoso libro de Jesús. Y ahora te tendré a ti también”. Los ojos de María brillaban. Su corazón estaba lleno de gozo.


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