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Esta lección está escrita por El Club del Buzón


presenta "Mejores Amigos serie 1"

 

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Mejores Amigos

Serie 1 Lección 6: ¡Tu puedes convertirte en un Hijo de Dios!

¡Tu puedes convertirte en un Hijo de Dios!


Querido(a) amigo(a):

Lo más maravilloso en todo el mundo es saber que eres un hijo de Dios. En esta lección vamos a aprender cómo nos convertimos en hijos de Dios, pero primero respondamos unas preguntas.

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“¿Qué significa ser salvo?” Significa que Dios te ha perdonado de todos tus pecados; Él te ha hecho Su hijo.

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“¿Puedo ser salvo siendo bueno?” No, no puedes. Ser bueno puede librarte de muchos problemas, pero nunca va a deshacerse de tus pecados. Jesús es la única Persona que puede borrar tus pecados. Él murió en la cruz para llevarse todos tus pecados.

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“¿Puedo ser salvo cumpliendo los Diez Mandamientos?” No, no puedes. Nadie, excepto el Señor Jesús, ha cumplido los Diez Mandamientos a la perfección. Todos hemos pecado. Todos necesitamos a un Salvador.

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“¿Puede alguien ser salvo?” ¡Si, pueden serlo! Aún niños pequeños pueden aceptar a Jesús como su Salvador y ser salvos. ¡Jesús ama a los niños! Él dijo, “Dejad a los niños venir a mí...” (Marcos 10:14). Si tienes suficiente edad como para saber que has hecho cosas malas, entonces tienes edad para ser salvo.

Ahora vamos a ver cómo podemos ser salvos. Mira los pasos en el lado izquierdo. Comienza al fi nal y lee cada paso.

5 pasos

Ahora hablemos de cada paso y el versículo Bíblico que le acompaña.

Paso 1

He pecado.

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

Dios dice que cada uno de nosotros ha pecado. Si tú quieres ser salvo, debes de reconocer que eres un pecador y verdaderamente arrepentirte de tus pecados. ¿Tu sabes que has pecado? ¿Te arrepientes de tus pecados? ¿Quieres dejar de cometerlos?

Paso 2

Dios me ama.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna...” (Juan 3:16)

¿A quién se refi ere Dios cuando dice “el mundo”? Él se refi ere a todos. Eso te incluye a ti y a mí. Puedes decir, “¡Dios me ama!” Dilo ahora mismo—“Dios me ama”.

Paso 3

Cristo murió por mí.

Cristo murió por nosotros

“Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. (Romanos 5:8)

Porque Dios nos amaba y quería que fuésemos salvos, envió a Su Hijo para que fuse nuestro Salvador. El Señor Jesús murió por pecadores. El murió por ti y murió por mi. Tu puedes decir,

“¡Cristo murió por mí!”

Dilo ahora mismo.

Paso 4

Yo lo recibo.

“Más a todos los que le recibieron [al Señor Jesús], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

Para ser hijo de Dios debo venir como un pecador al Señor Jesús y recibirlo como mi Salvador. Dios me ha dado al Señor Jesús para que sea mi Salvador, pero yo debo recibirlo; esto es, debo aceptarlo como mi propio Salvador. Cuando acepto al Señor Jesús como mi Salvador, me convierto en hijo de Dios.

“¿Cómo acepto al Señor Jesús como mi Salvador?”

yo estoy a la puerta y llamo

Lo aceptas como tu Salvador invitándolo a tu corazón. Tu corazón es como una casa con una puerta. El Señor Jesús dijo,

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él...” (Apocalipsis 3:20)

Cuando tú crees que Jesús murió por tus pecados y lo invitas a tu corazón, Él entra. Él se convierte en tu Salvador. Eres salvo. Eres un hijo de Dios.

El Señor Jesús está tocando a tu puerta. Él quiere entrar. Él dice, “Déjame entrar para poder perdonarte de todos tus pecados y hacerte un hijo de Dios”. ¿Lo invitarás para que entres a tu corazón? Si no estás seguro de ya haber hecho esto, puedes hacerlo ahora mismo.

Como esto es sólo entre tú y el Señor Jesús, es mejor si vas a algún lugar tranquilo donde puedas estar solo unos minutos. Así que, ahora mismo, antes de leer la siguiente parte, encuentra un lugar tranquilo donde puedas estar a solas con el Señor Jesús.

Ahora estás listo para hablar con el Señor Jesús. Aquí tenemos una oración que puede ayudarte. Dila en voz baja al Señor:

“Señor Jesús, Yo sé que he pecado. Me arrepiento de mis pecados y quiero dejar de cometerlos. Gracias por amarme tanto y por morir por mí en la cruz. Por favor entra en mi corazón. ¡Te acepto como mi Salvador ahora mismo!”

Paso 5

Tengo vida eterna.

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna...” (Juan 3:36)

¿Qué dice el Señor Jesús que El hará cuando tú lo invites a tu corazón? Él dice, “Yo entraré”. ¿El cumple Su palabra? ¡Si, lo hace! Si tú le pediste que entrara a tu corazón, y realmente lo creíste, El entró. Si Jesús ha entrado a tu corazón, eres salvo. Eres un hijo de Dios. Tienes vida eterna. La Biblia dice, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna…” (Juan 3:36).

¿Te gustaría darle las gracias al Señor Jesús por entrar a tu corazón? Puedes hacerlo ahora mismo. Sólo ora y di, “Señor Jesús, te doy las gracias por entrar a mi corazón y hacerme un hijo de Dios”.


Cuando le pregunté al Señor Jesús que entrara a mi corazón, ¡El entro!

Juan 3:36


Esteban y María

Resumen del capítulo anterior:

María trató de decirle a Susana acerca del perdón de Dios y que debía contarle a la Srta. Pérez acerca de las mentiras. Cuando Susana se enteró de esto, se enojó mucho con María.

Capítulo 6:
El Cuaderno Arruinado

La mañana siguiente María encontró a la Srta. Pérez esperándola. María empezó explicándole a la maestra todo lo que había hecho. Luego admitió que había convencido a Susana de mentir también. “Por favor no culpe a Susana. Fue mi culpa, Srta. Pérez, y lamento mucho haber hecho esto”, terminó María.

La Srta. Pérez estuvo en silencio un minuto. Luego dijo en voz baja: “Lamento mucho que no veas a tu Abuela más a menudo, María. Si lo hubiese sabido antes, te hubiese dejado ser parte del grupo de canto para que pudieses verla. Sé que fue difícil venir y decirme lo que hiciste. Tomó mucha valentía compartir lo que has hecho. Te voy a perdonar. Espero que no mientas ni hagas algo así otra vez. Puedes decirle a Susana que todo está bien”.

Oh, gracias, Srta. Pérez

“Oh, gracias, Srta. Pérez”, dijo María sonriente y muy aliviada. “Y prometo esforzarme de ahora en adelante”.

María estaba ansiosa por hablar con Susana, pero Susana no estuvo en la escuela en todo el día.

En la casa esa tarde, María buscó a Esteban, pero no podía encontrarlo en ningún sitio. De repente lo vio que venía desde el parque con Capitán a su lado. “¿Que has estado haciendo?”, preguntó.

“Deshaciéndome de Tomás el incrédulo”, respondió Esteban con una sonrisa.

María se veía tan confundida que Esteban se explotó de la risa.

“¿Tu maestra de Escuela Dominical te contó acerca de lo que pasó cuando Jesús se levantó de entre los muertos?”, preguntó Esteban sentándose en el escalón.

María se sentó a su lado. “Ella nos dio que Jesús salió de la tumba tres días luego de ser crucificado. Muchas personas lo vieron, pero no recuerdo cuantas”.

“Hasta quinientas en una ocasión”, dijo Esteban. “Les dije a algunos de los muchachos en la escuela que Jesús se había levantado de entre los muertos y ellos se rieron de mí. Dijeron que estaba siendo tonto por creer en todo eso. Luego empecé a pensar si realmente era verdad. Así que después de clases fui a hablar con Don José.

“Don José dijo que yo tenía dudas igual como uno de los discípulos de Jesús llamado Tomás. Los otros discípulos le dijeron a Tomás que Jesús estaba vivo. Pero Tomás no les creyó. Él dijo que no lo creería hasta que el pusiera sus dedos en las marcas de los clavos en las manos de Jesús. Luego de un tiempo, Jesús se apareció y le dijo a Tomás, ‘Tomás, ven y pon tu dedo en mi mano. No seas incrédulo. ¡Cree!’”.

“Oh”, dijo María suspirando. “Tomás tiene que haberse sentido avergonzado”.

“Me imagino que sí”, dijo Esteban. “También yo lo estaba cuando Don José terminó de hacerme la historia. Le pregunté a Don José si podía aceptar a Jesús como mi Salvador en ese momento. El dijo que podía hacerlo. Así que lo hice y ahora sé que todo es real”.

“¡Esteban!”, gritó María. “¡Estoy tan emocionada por ti! ¡Es increíble que Jesús está vivo hoy y nos ayuda cuando se lo pedimos!” Luego ella le contó a Esteban como Jesús le había dado la valentía para hablar con la Srta. Pérez. Ahora se sentía mejor porque había hecho lo correcto al contarle a su maestra.

“¡Wow!”, dijo Esteban. “Ahora entiendo por qué es tan importante el saber que Jesús resucitó de entre los muertos. Es porque Él está vivo hoy que realmente Él puede ayudarnos a hacer las cosas que tenemos que hacer. Sabes que todavía tienes que hablar con mama acerca del abrigo”.

“Yo sé”, contestó María. “Pero no hoy porque Mami y Papi dijeron que iban a salir de nuevo”.

El próximo día María trabajó duro en un proyecto de la escuela en su cuaderno. Ella sabía que la Srta. Pérez iba a estar muy complacida cuando viera cuan nítido estaba. Susana no estaba en el colegio en la mañana. Luego del recreo, María regresó temprano para terminar su cuaderno.

Al entrar al pasillo, vio a Susana salir del aula por una puerta lateral. “¡Susana, espera!”, gritó María. Pero Susana siguió sin voltearse.

manchas sobre todas las páginas

“Quizás olvidó algo”, pensó María. Se sentó y abrió su cuaderno. Luego sus ojos se abrieron con mirada consternada. Habían grandes rayas negras y manchas sobre todas las páginas. El corazón de María comenzó a latir de manera dolorosa. “¿Que dirá la Srta. Pérez?”, susurró. “¿Me creerá cuando le diga que yo no hice esto?”

Al entrar la Srta. Pérez al aula, pidió ver el cuaderno de María. Ahí estaba, lleno de manchas. “Yo no hice esto, Srta. Pérez”, dijo María. “De verdad, no lo hice”.

“Ahora María, no quiero que me mientas de nuevo”, dijo la Sta. Pérez duramente. “Debes quedarte luego de clases y realizar la tarea de nuevo”.

“Ella no me cree”, pensó María, regresando a su asiento. “Pero alguien hizo esto. ¿Quién querrá meterme en problemas con la Srta. Pérez?”, se preguntó.

Entonces María recordó que Susana había salido corriendo del aula. Al principio María pensó que ella estaba recogiendo las asignaciones que había perdido por estar ausente, pero quizás ella tenía otra razón de estar en la escuela. “Apuesto a que Susana hizo esto”, María se dijo enojada. “¡Espera a que la vuelva a ver!”

Luego de clases María se quedó y trabajó en su asignación escolar. Estaba tan enojada que cometía error tras error lo cual la enojaba aún más. Finalmente soltó el lápiz y cerró sus ojos.

“Querido Señor Jesús”, susurró, “por favor ayúdame a perdonar a Susana por lo que creo que ella hizo. Y ayúdame ahora a terminar mi tarea”. María respiró y terminó su trabajo.


¿Susana fue la que dañó el cuaderno de María?
¿Serán María y Susana amigas de nuevo?

Sólo dos capítulos más en la historia de Esteban y María. ¡No te lo pierdas!


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