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presenta "Hora del Cuento"
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Lección 1: La Carta Emocionante
Daniel y Laura estaban sentados en la entrada de su casa en el árbol. Daniel estiró su mano y dijo: “Mira que tan cerca está el cielo, Laura, casi que puedo tocar las nubes”.
Laura miró las suaves y blancas nubes y dijo: “Dios vive allá arriba, ¿verdad? Me gustaría poder ver a Dios caminando en las nubes, entonces podría saber cómo es Él”.
“Oh, Laura, nosotros no podemos ver a Dios con nuestros ojos”, dijo Daniel. “No hasta que vayamos al cielo, entonces podremos verle”.
“Yo no quiero esperar”, dijo Laura. “Quiero saber cómo es Dios ahora”.
En ese momento mamá les llamó; los niños bajaron de su casa en el árbol y corrieron hacia la cocina. Mamá les dijo: “Aquí les tengo una carta de su tío Alfredo, él vive en un país llamado España”.
Daniel preguntó: “¿nosotros lo hemos visto?”
“No”, respondió mamá. “Pero su padre le habló a él acerca de ustedes, entonces él les escribió una carta”.
“¿Para mí también?”, preguntó Laura, dando brinquitos de un lado para otro.
“Sí”, respondió mamá sonriendo y dándole la carta a Daniel le dijo: “Léela en voz alta, Daniel, te ayudaré con las palabras difíciles”.
Daniel leyó: “Queridos Daniel y Laura, creo que es tiempo para que ustedes se familiaricen con su tío en la lejana España. Quiero que ustedes me escriban. En mi próxima carta les hablaré acerca de este país donde yo vivo. Estén atentos por un paquete que les llegará pronto por correo. Con cariño, Tío Alfredo”.
Daniel y Laura estaban emocionados y Laura preguntó: “Mamá, ¿llegará el paquete mañana?”
“No lo sé”, respondió mamá. “Deben esperar para ver cuándo llega”.
Cada día Laura y Daniel esperaban la llegada del cartero. Cada día ellos leían la carta del tío Alfredo. Finalmente un día llegó el paquete. Ansiosamente los niños rompieron el papel que lo envolvía.
“¡Oh! ¡Oh!”, gritó Laura. “Mira qué bonita muñeca, es para mí, ¿cierto, mamá?”
“Sí”, respondió mamá. “Es hermosa, y está vestida como una pequeña niña española”.
Había un libro para Daniel, quien dijo: “Mira, mamá, mi libro tiene fotos de los pájaros y animales de España”.
“¡Qué hermoso libro!”, dijo mamá.
Después que los niños disfrutaron sus regalos por un rato, decidieron escribirle al tío Alfredo para agradecerle. Ellos escribieron: “Querido tío Alfredo”, entonces Laura puso su lápiz a un lado.
Laura dijo: “No sabemos cómo se ve el tío Alfredo. Entonces, ¿cómo le podemos escribir si nosotros nunca le hemos visto?”
Daniel arrugó su frente y dijo: “No sé”.
“Niños”, dijo mamá, “no tenemos que ver a alguien para saber cómo es. Podemos aprender mucho acerca de una persona por lo que dice y hace”.
Daniel se veía pensativo y dijo: “¿Quieres decir que la carta del tío Alfredo y sus regalos nos muestran que él es un hombre amable y que él nos ama?”
Mamá afirmó con su cabeza y Laura dijo: “Pienso que el tío Alfredo quiere que le amemos porque él nos pidió que le escribiéramos”.
“Y él sabe que a los niños nos gusta los pájaros y los animales, y a las niñas las muñecas”, dijo Daniel.
“Es verdad”, dijo mamá con una sonrisa. “Ahora ustedes pueden ver lo mucho que podemos saber de alguien, aunque nunca le hayamos visto”.
De repente Laura tuvo una idea y preguntó: “¿Es esa la forma cómo podemos saber cómo es Dios, mamá? ¿Por las cosas que Él hace por nosotros, aunque nosotros no podemos verle con nuestros ojos?”
“Sí, Laura, me alegro que tú pienses así”. Mamá se veía complacida. “Sabemos que Dios es sabio y puede hacer cualquier cosa, cuando vemos el hermoso mundo que Él ha creado para que nosotros vivamos aquí. Pero Él también nos ha enviado una carta, la cual es aún más emocionante que la que ustedes recibieron del tío Alfredo, ésta es…”
“Yo sé”, exclamó Daniel. “Es la BIBLIA, ¿verdad?”
“Es cierto”, dijo mamá. “Y en la Biblia, Dios nos dice muchas cosas acerca de Él mismo. Nos dice que Él está en todas partes. Que ve todo lo que hacemos, que oye todo lo que decimos y que sabe todo lo que pensamos”.
Los ojos de Laura se agrandaron en señal de sorpresa y preguntó: “¿Sabe Dios cuando yo me enojo con Daniel y pienso cosas malas contra él?”
“Sí, Laura”, respondió mamá. “Y como Dios es santo, y como Él nos ama, le lastima su corazón y le hace estar triste cuando nosotros hacemos cosas malas. Pero la Biblia nos dice que si confesamos nuestros pecados, Dios nos perdonará. Esa es otra razón por la cual Dios nos dio la Biblia. Él quiere que la leamos para que así le podamos conocer”.
Daniel dijo: “Dios nos ama mucho, ¿verdad, mamá?”
“Sí”, respondió mamá. “Y Dios nos mostró lo mucho que nos ama al enviar a Su Hijo, el Señor Jesucristo, para ser nuestro Salvador. Jesús es el Regalo más maravilloso que Dios le ha dado al hombre”.
Laura dijo con voz suave: “Me gusta el regalo del tío Alfredo, pero sobre todo amo a Jesús”.
Mamá afirmó con su cabeza y continuó: “Cuando el Señor Jesús estuvo aquí en la tierra, Él fue por todo lugar haciendo el bien. Él dio vista a los ciegos, alimentó a los hambrientos, y sanó a los enfermos. Él le habló a la gente acerca de Dios diciendo: ‘el que me ha visto a Mí ha visto a mi Padre’. Por las cosas que Él hizo, Jesús le mostró a todos lo bueno y amable, y lo grande y maravilloso que es Dios. Él nos ayudó a entender cómo es Dios”.
Daniel pensó por un momento y luego preguntó: “Mamá, ¿se envejecerá Dios algún día?”
Mamá negó con su cabeza y dijo: “No, Daniel, Dios dice en la Biblia: ‘Porque yo Jehová no cambio…’ Así sabemos que Dios nunca envejecerá. Él nunca cambiará de ninguna forma, podemos siempre confiar en Él”.
Laura suspiró alegremente y dijo: “Me alegro de saber ahora cómo es Dios”.
“Yo también”, dijo Daniel. “Vamos, Laura, escribamos nuestras cartas para el tío Alfredo. Le quiero agradecer por mi libro y decirle que Dios lo ama también”.
Rápidamente los niños tomaron sus lápices y comenzaron a escribir.
Versículo para memorizar:
En la próxima lección, Daniel y Laura se quejan y hacen pataleta, pero de repente todo cambia.
La Grandiosa Salvación de Dios
¿No te parece maravilloso que cuando Dios nos creó, Él colocó al final de tus brazos algo que nos puede mostrar el camino de la salvación?
Tu preguntarás: “¿Qué es?”
¡Son tus manos!
“¿Cómo pueden hacerlo mis manos?”
Yo te lo enseñaré. Levanta una de tus manos; ¿Qué son esas cinco cosas en ella?
“¡Dedos!”
Es correcto. Y cada dedo tiene algo que te quiere decir. Veamos qué es.
Levanta tu mano izquierda. Imagina que cada dedo tiene un número como los que muestra el dibujo. Tal vez quieras escribir esos números en tus dedos.
Comenzando con tu pulgar, señala cada dedo y dices:
1. Yo he pecado.
2. Dios me ama.
3. Jesús murió por mí.
4. Yo le recibo en mi corazón.
5. Yo tengo vida eterna.
Ahora hemos visto lo que cada dedo tenía para decirnos.
Veámoslo nuevamente. Asegúrate de decir el número mientras que señalas cada dedo:
(1) Yo he pecado. (2) Dios me ama. (3) Cristo murió por mí. (4) Yo le recibo en mi corazón. (5) Yo tengo vida eterna.
Dilo una y otra vez hasta que lo hayas memorizado.
En la próxima lección aprenderás más de esta historia.
(Adaptado del tratado, “La historia que tu mano quiere decirte” Derecho de autor, Wayne Leitch. Usado con permiso.)