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Lección 3: El Árbol Especial
"¡Laura, Daniel! Vengan aquí”, les llamó papá. Los niños corrieron hasta la orilla del jardín, allí papá estaba sembrando un pequeño árbol. "Este es un árbol especial", dijo papá. "Por favor no jueguen cerca de él, porque lo pueden dañar".
Daniel y Laura prometieron: "Nos acordaremos de no jugar cerca de él".
La siguiente tarde Daniel estaba persiguiendo a Laura. Ella corrió a través del jardín. "Oh" dijo Laura, deteniéndose un poco: "Este es el árbol especial de papá".
Justo en ese instante Daniel vino corriendo tras de Laura: "Te atrapé" gritó Daniel, riéndose y dándole un pequeño empujón.
Laura cayó contra el árbol. Ella oyó un pequeño crujido. "¡Oh, mira!" gritó Laura: "He roto el arbolito de papá".
Daniel miró el árbol. Una pequeña rama de la parte alta se había quebrado. "No se dañó del todo, yo lo arreglaré", dijo Daniel.
Daniel consiguió un pedazo de cuerda. Laura agarró la rama mientras Daniel la amarraba firmemente al tronco. Daniel dijo: "Tal vez papá no lo verá".
Laura dijo: "No se lo diremos".
Cuando papá regresó a casa, saludó: "Hola, Daniel, hola Laura. ¿Les gustaría hablar un poco conmigo?" Daniel movió su cabeza negativamente y dijo: "Yo quiero jugar con mis carros".
Laura no miró a su padre: "Yo quiero terminar de pintar este dibujo, papi", dijo ella.
Papá comenzó a leer el periódico. Él se veía triste.
Después de cenar papá invitó a los niños a salir a caminar con él. Pero ellos no quisieron ir. Mamá dijo: "Yo iré, me gustaría ver el árbol nuevo que sembraste anoche".
Cuando la puerta se cerró, Daniel se levantó diciendo: "Me voy a la cama", y comenzó a subir las escaleras.
Laura dijo: "Yo también".
Papá y mamá regresaron pronto. Papá llamó a los niños que bajaran de su habitación. Daniel y Laura no corrieron escaleras abajo. Ellos bajaron MUY, MUY LENTAMENTE.
Papá dijo: "Vengan aquí”, poniendo sus brazos alrededor de ellos dijo: "Ahora ¿tienen ustedes algo que contarme?"
Laura dijo: "Yo rompí tu árbol, papi" y comenzando a llorar dijo: "Lo siento, por favor perdóname".
Daniel dijo: "Estábamos jugando y yo la empujé. Lo siento que hayamos roto tu arbolito, papá. No fue nuestra intención hacerlo".
Papá dijo: "El árbol no está muy dañado. Y por supuesto que los perdono. Pero estoy triste porque ustedes no me lo dijeron antes".
Laura dijo: "Yo tenía miedo. Por eso es que no quería hablar contigo".
Papá abrió su Biblia y dijo: "Niños, nosotros siempre estamos tristes cuando hacemos algo malo. Pero la Biblia dice: ‘Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados’. Esto significa que cuando nosotros le decimos al Señor Jesús que nos sentimos tristes por lo malo que hicimos y le pedimos perdón, Él inmediatamente lo hará. El Señor Jesús quiere ayudarnos y hacernos felices. Él no puede hacerlo si tenemos pecado en nuestro corazón".
Laura preguntó: "¿Todavía pertenecemos a Jesús, aún cuando hacemos cosas malas?"
Papá respondió: "Claro que sí. Los dos hicieron mal hoy al correr cerca del árbol, pero ustedes siguen siendo mis hijos. Cuando nosotros recibimos a Jesús como nuestro Salvador, pertenecemos a Él para siempre. Él se pone triste cuando hacemos algo malo, pero Él aún nos ama. El quiere que cuando hagamos algo malo, vengamos inmediatamente a Él y le digamos que lo sentimos".
Daniel estaba muy pensativo y luego preguntó: "Papi, después que le hayamos pedido a Jesús que nos perdone, ¿Él quiere que nos quedemos un rato hablando con Él?".
Papá sonriendo dijo: "Sí, Daniel, el Señor Jesús quiere que nosotros le hablemos de todo lo que nos pasa o hacemos. Al igual que yo quería que tú y Laura hablarán conmigo antes de cenar".
Papá continuó: "Yo quería saber todo lo que ustedes estuvieron haciendo hoy. Así el Señor Jesús quiere que le digamos a Él de las cosas que nos hacen feliz o de las cosas que nos entristecen. Él quiere que le demos gracias por todo lo que Él hace por nosotros".
Laura abrazó a papá y dijo en voz baja: "Yo creo que Jesús quiere que le digamos que lo amamos".
Papá respondió: "Sí, y recuerden que podemos hablar con Jesús en todo momento. Podemos hablar con Él en todo lugar. Él siempre está dispuesto a escucharnos y ayudarnos. Y cuando hacemos algo malo, ¿qué nos dice la Biblia que debemos hacer?".
Laura comenzó: "Dice que: ‘Si confesamos nuestros pecados…’" Daniel terminó la frase sonriendo alegre: "…El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados…"
Versículo para memorizar:
En la próxima lección: Daniel y Laura conocerán a un niño que se ha mudado recientemente a su vecindario. ¿Se harán amigos de él?
¿Sabes quién es Jesús y por qué vino al mundo? Jesús es el Hijo de Dios. Él vino al mundo para ser nuestro Salvador. Nosotros necesitamos un Salvador porque todos hemos pecado.
Dios nos ama y quiere que nosotros estemos con Él en el cielo. Él envió a Su Hijo, el Señor Jesús, para que cargara el castigo por nuestros pecados. Cuando llegó el tiempo para que Jesús muriera por nuestros pecados, El fue llevado para ser crucificado. Dos hombres más fueron llevados para ser crucificados junto a Jesús. Aquellos dos hombres habían hecho muchas cosas malas. Pero Jesús nunca había hecho nada malo.
Cuando ellos llegaron a un lugar llamado Calvario, clavaron en la cruz los pies y las manos de Jesús. Los otros dos hombres también fueron clavados a cruces. Mientras Jesús estaba colgando de la cruz Él oró por aquellos que lo trataban de manera tan cruel. Él dijo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen".
Ellos dejaron a Jesús colgado en la cruz hasta que murió. Algunos amigos de Jesús bajaron Su cuerpo de la cruz. Lo envolvieron en una sábana limpia y lo sepultaron en una cueva que había sido excavada en la roca. Usaron una gran piedra para cerrar la entrada de la cueva.
Tres días después, temprano por la mañana, dos mujeres vinieron al lugar donde Jesús había sido sepultado. Ellas encontraron la gran piedra que cerraba la tumba había sido quitada de la entrada de la tumba.
Justo en ese momento ellas vieron un ángel. El ángel les dijo: "Jesús no está aquí. Él ha resucitado como les había dicho". ¡Jesús estaba vivo otra vez!
Jesús apareció en la tierra por cuarenta días. Después de ese tiempo regresó al cielo. ¡Él está en el cielo hoy!
(Lee Mateo 28)