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Lección 4: El Niño Nuevo
Daniel entró corriendo a la cocina y gritando dijo: "¡Mamá! Un niño nuevo ha llegado al vecindario a la casa que estaba vacía en nuestra calle. Él es tan alto como yo. ¿Podemos invitarlo a que venga a jugar?"
Mamá respondió: "Sí, le escribiré una nota a su mamá".
Daniel y Laura tomaron la nota que hizo mamá y corrieron calle abajo.
El niño nuevo estaba sentado en los escalones. Él se veía triste.
Daniel dijo: "¡Hola! ¿Cuál es tu nombre? ¿Te gustaría venir a jugar con nosotros?"
El niño respondió: "Me llamo Pedro. Claro que me gustaría jugar con ustedes, si mi mamá me da permiso", la mamá de Pedro salió a la puerta y Daniel le entregó la nota de su mamá. Ella dijo: "Sí, corre a jugar con ellos, Pedro".
Los niños jugaron con su pelota roja. Ellos jugaron con Pulgarcito. Finalmente se sentaron bajo la sombra de los árboles para descansar un momento.
Daniel preguntó: "¿Dónde vivías antes, Pedro? ¿Está muy lejos de aquí?"
Pedro respondió: "Sí, es un lugar lejos de aquí. Primero mi papi miró el mapa por mucho tiempo. Entonces él pensó que conocía el camino, así que no miró más el mapa y nos perdimos".
Laura dijo: "¡Oh! ¿Qué hicieron después?"
Pedro respondió: "Bueno, papá buscó de nuevo en el mapa y encontró el camino correcto".
Daniel dijo: "Su mapa les mostró el camino para llegar aquí, al igual que la Biblia nos dice como llegar al cielo".
Pedro se veía confundido y preguntó: "¿La Biblia? ¿Qué es eso?"
Laura corrió a la casa y luego salió con su Biblia y el libro de historias bíblicas de Daniel. "¡Mira, Pedro!" dijo ella mostrándole a Pedro su Biblia. "Este es el Libro de Dios. Mamá nos lo lee. En ella aprendemos acerca de Jesús, el Hijo de Dios y como Él murió por nosotros, para que podamos ir al cielo".
Daniel abrió su libro de historias bíblicas diciendo: "Mira, Pedro, estas historias son de la Biblia. Estas son fáciles, puedo leerlas yo mismo".
“Yo se leer”, les dijo Pedro entusiasmado: “Déjame leer una, Daniel”.
Daniel le dejó leer la historia de: "Jesús amá a los niños". Cuando Pedro terminó de leerla preguntó: "¿Me ama Jesús también?"
"Por supuesto que te ama", dijo Laura. "Jesús ama a todas las personas en todo el mundo. Eso dice la Biblia".
En ese momento la mamá de Daniel y Laura salió al patio trayendo leche y galletas.
Mientras tomaba su leche, Daniel dijo: "Mami, Dios quiere que todas las personas lean la Biblia, ¿No es así?"
Mamá respondió: "Sí, hay tres cosas importantes que Dios quiere que hagamos con la Biblia.
"La primera de ellas la hacemos con los ojos.
"La siguiente la hacemos con nuestro corazón.
"Y la última de ellas a hacemos con todo nuestro cuerpo: nuestro corazón, nuestras manos, nuestros pies".
Laura dijo: "¡Oh! que interesante, háblanos más de eso, mami".
Daniel dijo: "Yo sé la primera de ellas. Nosotros leemos la Biblia con nuestros ojos".
Mamá movió su cabeza afirmativamente: "Sí, Dios quiere que leamos la Biblia porque allí Él nos dice como podemos recibir al Señor Jesús como nuestro Salvador. Él nos enseña como podemos complacer a Jesús y crecer pareciéndonos más a Él cada día. Él nos habla sobre nuestro hogar en el cielo".
Pedro preguntó: "¿Cuál es la siguiente, la que habla del corazón?"
Mamá les sonrió a los niños y dijo: “Cuando yo les digo algo que es verdad, ¿Qué quiero que hagan con la verdad que les hablé?"
Daniel y Pedro respondieron en coro: "Creerla".
"Así es", dijo mamá. "Y Dios quiere que creamos la Biblia, no sólo con nuestra mente, sino con nuestro corazón también".
Mamá continuó: "La tercera cosa es muy importante, Dios quiere que obedezcamos Su Palabra. Eso quiere decir, poner en práctica lo que la Biblia enseña".
Laura preguntó: "Pero mami, ¿cómo podemos hacer eso con nuestras manos y nuestros pies?"
Mamá le respondió: "Bueno, Dios nos dice en la Biblia que seamos benignos (amables) los unos con los otros. Tú puedes obedecer esto al hacer algo que ayude o anime a otro".
Laura preguntó: "¿Cosas cómo lavar los platos y guardar mis juguetes?"
Mamá respondió: "Sí".
Pedro dijo: "Con mis pies puedo ir a hacer los mandados para mi mamá".
Daniel estaba pensativo: "Mamá", dijo él. "Yo sé algo más que Dios quiere que hagamos con la Biblia. Él quiere que aprendamos versículos de ella".
Mamá complacida dijo: "Sí, Daniel, me siento feliz que tú pensaste eso. El Señor Jesús sabe que cuando nosotros tenemos Su Palabra en nuestro corazón, Él nos ayudará a evitar hacer el mal. Aquí hay un versículo que nos habla de esto, pueden aprenderlo ahora mismo:
'En mi corazón he guardado tu Palabra, para no pecar contra ti'".
Cuando los niños terminaron de memorizar el versículo, Pedro dijo: "Me gustaría tener un libro de historias bíblicas, para poder leerlo".
Daniel susurró algo al oído de mamá. Ella dijo que sí y Daniel dijo: "Toma, Pedro, tú puedes tener mi libro de historias bíblicas. Yo tengo otro casi igual a éste".
"¡Oh, muchas gracias!" dijo Pedro. Estaba feliz mientras corría a su casa. Daniel y Laura estaban felices también. Ellos sabían que Pedro pronto aprendería a amar al Señor Jesús y Su Palabra".
Versículo para memorizar:
En la próxima lección: ¿qué sucederá cuando Daniel y Laura vayan al parque?
Muchas personas venían a Jesús a oír sus enseñanzas. Un día Jesús les habló de un hombre que salió a plantar semillas. Las semillas cayeron en cuatro clases diferentes de terreno.
Algunas cayeron junto al camino y los pájaros las comieron. Otra parte cayó en terreno rocoso, donde no había mucha tierra.
Comenzó a crecer, pero no tenía raíz y al salir el sol se quemó. Otra parte cayó en medio de espinos. Trató de crecer, pero la hierba mala y los espinos la ahogaron y no dio fruto. Pero algunas semillas cayeron en terreno bueno, ¡éstas crecieron y dieron mucho fruto!
Los corazones de algunos niños y niñas son como el terreno a la orilla del camino. Ellos oyen la Palabra de Dios, pero realmente no escuchan. La Palabra de Dios no entra en sus corazones.
Es como la semilla que cayó junto al camino, que vinieron los pájaros y la comieron. Cuando nosotros realmente no ponemos atención a la Palabra de Dios, el diablo viene y toma la Palabra de nuestro corazón.
Otros niños y niñas tienen el corazón como el terreno rocoso.
Ellos oyen la Palabra de Dios y son felices por algún tiempo. Pero cuando vienen los problemas, quizás ellos se enferman o alguien se burla de ellos por creer en Jesús, entonces se alejan de Jesús.
También hay niños y niñas con el corazón como el terreno lleno de espinos.
La Palabra de Dios viene a su corazón y comienza a crecer, pero no produce ningún fruto porque otras cosas se lo impiden, como ver mucha televisión. Esto hace que el Señor Jesús se entristezca.
Pero algunos niños y niñas hacen que el Señor Jesús esté feliz. Sus corazones son como el terreno bueno. Ellos escuchan la Palabra de Dios y ponen atención a ella. Aman la Palabra de Dios y quieren obedecerla. Ellos hablan a otros del Señor Jesús. ¡El Señor Jesús está feliz con ellos!
(Lee Mateo 13:1-9, 18-23)