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Esta lección está escrita por El Club del Buzón


presenta "Un País que se llama El Cielo"

 

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Un País que se llama El Cielo

Lección 11: Cristo es mi Justicia

Cristo es mi Justicia


Querido amigo(a):

Fuimos creados para glorificar a Dios y disfrutar la comunión con Él. El propósito de Dios al salvarnos fue para que tengamos una relación correcta con Él y seamos aceptables a Él para que nos pueda disfrutar y nosotros lo disfrutemos a Él.

Dios es el Gobernador del universo. Él es toda luz y gloria. Es perfecto en pureza y santidad, y no se pueden acercar a Él los pecadores.

El profeta Isaías una vez tuvo una visión en la que vio al supremo Dios santo sobre Su trono

El profeta Isaías una vez tuvo una visión en la que vio al supremo Dios santo sobre Su trono. Inmediatamente se postró sobre su rostro y exclamó: “¡Ay de mí! que soy muerto” (Isaías 6:5).

¿Por qué clamó Isaías: “Ay de mí”? Fue porque se sintió pecador. Isaías sabía que era pecador. Sabía que no tenía la justicia que necesitaba para estar en la presencia de un Dios tan glorioso y santo.

Para poder disfrutar la comunión con Dios, no sólo necesito ser perdonado de todos mis pecados, sino que necesito tener la justicia que es aceptable a Él. Ser perdonado es como bañarse para quitarse lo sucio; la justicia es como ponerse ropa adecuada para estar bien vestido.

Si yo fuera a aparecer ante un gran rey, desearía usar ropa adecuada. Cuando pienso en estar en la presencia de un Dios santo para disfrutar la comunión con Él, reconozco que debo estar “vestido” de manera especial. Debo estar vestido con la justicia que es aceptable a Dios.

¿Qué clase de justicia acepta Dios? La única clase de justicia que Dios acepta es la justicia perfecta. No puedo hacerme a mí mismo perfectamente justo. Dios debe proveer esa justicia perfecta para mí.

¿Cómo me hace perfectamente justo ante Sus ojos?

Dios ha hecho tres cosas maravillosas para hacerme perfectamente justo ante Sus ojos: (1) Ha terminado con mi vida vieja, (2) me ha dado una vida nueva en Cristo y (3) me ha dado a Cristo como mi justicia.

En palabras sencillas, Dios quita todo lo que yo soy, y me da a Cristo como mi justicia. Veamos cómo hace esto Dios.

1

Dios ha terminado con mi vida vieja.

Cristo murió por mí y yo 'morí' con Cristo

Hay dos grandes verdades que se aplican a cada creyente: Cristo murió por mí y yo “morí” con Cristo.

¿Cómo sé que Cristo murió por mí? Lo sé porque la Palabra de Dios lo dice. La Biblia dice: “Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8b).

¿Cómo sé que yo “morí” con Cristo? Lo sé porque la Palabra de Dios lo dice. Mi viejo “YO” pecaminoso, que era la fuente de todos mis pecados, fue crucificado con Cristo. La Biblia dice:

“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él” (Romanos 6:6).

2

Dios me ha dado una nueva vida.

Yo “morí” con Cristo. Fui sepultado con Él. Ante los ojos de Dios ese fue el final de mi vida vieja. Ahora Dios me dice que me ha creado como una nueva persona en Cristo. La Biblia dice:

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).

3

Dios me ha dado a Cristo como mi justicia.

Soy hecho 'justicia de Dios en Él'.

En mí mismo no soy justo, pero Dios me ha hecho perfectamente justo ante Sus ojos. ¿Cómo logró esto Dios? Me puso en Cristo. Soy hecho “justicia de Dios en Él”. La Biblia dice:

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).

Este versículo dice que fuimos hechos “justicia de Dios en él”. O sea, en Cristo. Así como Dios mira a Cristo y lo ve perfectamente justo, de igual manera nos mira a nosotros y nos ve perfectamente justos en Cristo.

Si Gabriel, el ángel poderoso que está en la misma presencia de Dios, se apareciera a nosotros con toda su hermosura y pureza, nuestros pensamientos probablemente serían: “Es justo y santo, pero yo no”. ¡Pero eso no sería verdad! Dios le ha dado a usted a Cristo como su justicia. Usted ha sido hecho “justicia de Dios en él”.

El hijo pródigo fue hecho aceptable para su padre.

En ese momento el hijo sabía cómo se sentía su padre en cuanto a él.

Cuando el hijo pródigo regresó a su padre, no sabía cómo sería recibido por su padre. El padre corrió a verlo y lo cubrió de besos. En ese momento el hijo sabía cómo se sentía su padre en cuanto a él. Sabía que era amado y aceptado.

No estaba feliz a causa de su condición.

Pero aunque sabía que había sido perdonado y aceptado por su padre, podemos estar seguros que el hijo pródigo no estaba completamente feliz. No estaba feliz a causa de su condición. Seguía estando sucio y vestido de harapos.

El hijo pródigo quizás le dijo a su padre: “Es maravilloso que me amas tanto y que me recibes así, pero no lo puedo disfrutar, porque no soy aceptable”.

Los siervos le pusieron 'el mejor vestido'.

¿Qué hizo el padre? Les dijo a sus siervos: “Saquen el mejor vestido, y vístanlo”. Podemos estar seguros que el vestido nuevo no se lo pusieron al hijo pródigo encima de lo sucio y de los harapos. Le quitaron su ropa vieja, y lo bañaron. Los siervos le pusieron “el mejor vestido”. Se llama “el mejor vestido” porque no había nada mejor.

Ahora puede disfrutar estar con su padre porque su padre lo ha hecho aceptable.

Ahora, ¿cuál es la situación del hijo? Ha sido lavado de lo sucio; tiene ropa limpia; está usando el mejor vestido. Sabe que ahora es aceptable para estar en la presencia de su padre. Ahora puede disfrutar estar con su padre porque su padre lo ha hecho aceptable.

El hijo no dijo: “Simplemente no siento que puedo aceptar este vestido, porque no soy aceptable”. Más bien, él honró a su padre al recibir con gozo lo que su padre había provisto. “El mejor vestido” no sólo hizo aceptable al hijo, sino que hizo que estuviera consciente de ser aceptable.

“El mejor vestido” es Cristo.

Esta historia tiene un significado profundo y celestial. El Señor Jesús nos relató esta historia porque desea que sepamos lo que el Padre ha hecho para que seamos aceptables a Él.

Dios no sólo me ha limpiado de mis pecados, sino que me ha hecho una nueva persona en Cristo. Y ha provisto una justicia perfecta para mí al darme Su “mejor vestido”.

¿Cuál es “el mejor vestido” de Dios? ¡“El mejor vestido” de Dios es Cristo! Incluso, Dios no tiene otro vestido que nos pueda hacer aceptables a Él. Nadie puede acercarse a Dios excepto por medio de Cristo.

Dios me ha dado a Cristo como mi justicia. Puesto que Cristo es mi justicia, tengo justicia perfecta delante de Dios. Dios me ha hecho aceptable para Sí, y desea que esté consciente de que soy aceptable.

Es el mismo Cristo glorioso y resucitado que es mi justicia delante de Dios. Uno de los Nombres del Señor Jesús en el Antiguo Testamento es “Jehová, justicia nuestra”. Refiriéndose a Cristo, la Biblia dice:

“Y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jeremías 23:6b).

Soy aceptable en el Amado.

A través de mi muerte y resurrección con Cristo, tengo una posición nueva delante de Dios. Ya no estoy en Adán: ahora estoy en Cristo. Soy aceptable a Dios porque estoy en Cristo. La Biblia dice:

“Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado [Cristo]” (Efesios 1:6).

La justicia que me hace aceptable en Cristo es perfecta y completa. No me la gané. Dios me la dio en el momento en que recibí a Cristo como mi Salvador. No puedo hacerme más aceptable ante Dios, y no puedo dejar de ser aceptable ante Dios. Siempre soy “acepto en el Amado”.

¿Significa esto que ya no volveremos a pecar si somos cristianos? No, no es así. En la carta de Pablo a los Corintios, encontramos algunas cosas que son difíciles de entender. Pablo llama a los cristianos: “santos”. Sin embargo, en la misma carta, Pablo habla de algunos pecados terribles que tenían en sus vidas. Algunos eran orgullosos, otros se peleaban entre sí mismos, y algunos eran culpables de terribles actos de inmoralidad.

Cristo Mismo es perfecto y Dios siempre me ve perfecto en Cristo.

¿Cuál es la explicación de esto? ¿Cómo podía Pablo decir que eran “santos” cuando no estaban viviendo como deben vivir los cristianos? Para contestar esta pregunta, debemos entender la diferencia entre nuestra “posición” y nuestro “andar”.

¿Cuál es mi “posición”?

Mi “posición” es la manera en que Dios me ve en Cristo. ¿Es perfecta mi posición? Sí, es perfecta. ¿Siempre es perfecta? Sí, siempre. ¿Por qué? Porque es la manera en que Dios me ve en Cristo. Cristo Mismo es perfecto y Dios siempre me ve perfecto en Cristo.

¿Qué es mi “andar”?

Mi “andar” es mi conducta—la manera en que vivo día a día

Mi “andar” es mi conducta—la manera en que vivo día a día. ¿Es perfecto mi andar? No, no lo es. ¿Es perfecto alguna vez? No, nunca. ¿Por qué? Porque depende de mí—de lo que digo y hago.

Debemos recordar que nuestra posición es la manera en que Dios nos ve en Cristo, y nuestro andar es la manera en que vivimos aquí en la tierra.

Dios me acepta de acuerdo a mi posición.

Dios siempre me acepta de acuerdo a mi posición en Cristo, y no de acuerdo a mi andar—mi manera de vivir.

Soy "acepto en el Amado"

La Biblia dice:

“Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado [Cristo]” (Efesios 1:6).

Mi justicia delante de Dios es Cristo Mismo. Él es mi “mejor vestido” y Dios nunca nos quita Su “mejor vestido”. Mis fracasos no afectan la perfección de Cristo. Nada se le puede agregar a Su perfección, tampoco nada se le puede quitar a Su perfección. Sin importar cuantas veces fallo, Cristo siempre es mi justicia y siempre es perfecto.

¿Puedo perder “mi posición”?

Mi “posición” es la manera en que Dios me ve en Cristo. No está basada en lo que yo soy, sino en lo que Cristo es.

¿Puedo perder mi posición en Cristo? No, nunca puedo perder mi posición, pero puedo perder el gozo de mi posición. Si continúo haciendo cosas que desagradan a Dios, perderé todo mi gozo.

Perder mi gozo es como una advertencia. Significa que hay un problema serio que se necesita corregir de inmediato. ¿Cómo corregimos nuestro problema con Dios? Lo corregimos al confesar nuestros pecados y abandonarlos.

Dios es santo. Él desea que Su gente sea santa en su diaria manera de vivir. La Biblia dice:

“Sino como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 Pedro 1:15).

Cómo agradar a Dios

En Su Palabra Dios me ha dicho cómo puedo vivir una vida que le agrada a Él. Le agrado a Dios cuando camino “por fe”. Pablo dijo: “Porque por fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7).

“Andar por fe” significa que estoy viviendo de acuerdo a la verdad de Dios con mi confianza puesta en mi posición en Cristo. “Andar por vista” significa que estoy viviendo de acuerdo a mis sentimientos y las circunstancias.

La batalla para el cristiano cada día es decidir: “¿Voy a vivir de acuerdo a mis sentimientos y mis circunstancias o de acuerdo a la verdad de Dios?”

Dios desea que viva de acuerdo a Su verdad, sabiendo que estoy en Cristo y que Cristo es mi justicia. Repita una y otra vez: “Estoy en Cristo. ¡Cristo es mi justicia! Soy aceptable a Él”.

Ninguna verdad en la Biblia es más importante para nosotros como cristianos que saber que estamos en Cristo y que Él es nuestra justicia. Esto es algo que Dios hizo por usted cuando usted recibió a Cristo como su Salvador. Si no está seguro de esto, lea esta lección una y otra vez. Pídale a Dios que le muestre que en verdad está en Cristo y que Cristo Mismo es su justicia delante de Dios.


Joya Descubierta

Versículo para memorizar: 2 Corintios 5:21

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