bajo un acuerdo especial con
presenta "Un País que se llama El Cielo"
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Lección 1: Cinco Pasos
Querido amigo(a):
- ¿Se ha preguntado alguna vez estas cosas?
- ¿Cómo empezó a existir todo?
- ¿De dónde venimos?
- ¿Cómo podemos regresar a Dios?
- ¿Adónde vamos?
La vida está llena de preguntas, pero éstas son las más importantes, y la Biblia nos da las respuestas.
Los científicos tienen muchas teorías en cuanto al origen del universo. Una de ellas dice que el universo empezó como resultado de “Una Gran Explosión” en el espacio. Pero esta teoría presenta otra pregunta: ¿De dónde salió la materia que explotó? Ni siquiera una gran explosión puede hacer algo de la nada. La Biblia explica el origen del universo con una sola frase:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1).
Nuestro inmenso universo que funciona de manera tan perfecta no es el resultado de un “accidente” en el espacio. Fue formado por orden de Dios. La Biblia dice:
“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca…porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió” (Salmo 33:6, 9).
Venimos de Dios. El universo no fue un “accidente” como tampoco el hombre. El hombre fue creado por Dios Mismo. La Biblia dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7).
El hombre es un ser creado. No surgió de formas más bajas de vida. El hombre fue creado como “un ser viviente”. El hombre no es Dios, ni tampoco es una parte de Dios, pero es la forma más elevada de las criaturas de Dios, porque fue creado a imagen de Dios. La Biblia dice:
“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).
En el principio todo era bueno y hermoso porque Dios lo había hecho así. Dios estaba satisfecho con Su trabajo. La Biblia dice:
“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31).
Pero ahora las cosas no siempre son buenas y hermosas. En el mundo hay odio, pleitos, robo, mentiras, asesinatos, guerras, enfermedad, pecado y muerte.
¿Por qué terminaron mal las cosas? ¡El hombre desobedeció a Dios! El hombre escogió su propio camino en lugar del camino de Dios. La Biblia dice:
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6).
Aunque el hombre ha desobedecido a Dios, Dios le ama y desea bendecirlo. El hombre es una criatura especial de Dios, hecho a Su imagen. Dios ha perdido al hombre, pero no desea perderlo para siempre.
Él nos ha dado la Biblia para que podamos conocer la verdad en cuanto a Él, en cuanto a nosotros, en cuanto al pecado y en cuanto a la manera de regresar a Él. La Biblia nos dice que el Señor Jesús, el Hijo de Dios, es el camino a Dios—el único camino. Jesús dijo:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).
Vamos camino a la eternidad. Usted y yo vamos a vivir para siempre en uno de dos lugares—el cielo o el infierno. El lugar donde pasaremos la eternidad depende de la decisión que tomemos en esta vida. ¡Dios desea que decidamos regresar a Él e ir al cielo!
¿Alguna vez se ha preguntado cómo es el cielo? El cielo es un lugar hermoso donde no hay pecado, enfermedad, tristeza, angustia o lágrimas. Las personas que viven en ese hermoso lugar nunca envejecen y nunca mueren. Allí no hay noche, porque la gloria de Dios alumbra el lugar. Ni siquiera nos podemos imaginar lo hermoso que es el cielo en realidad.
El cielo es el lugar donde está Jesús. Es un lugar que está preparado para los que aman a Jesús. Dios le ama a usted y desea que usted esté en el cielo con Él.
Jesús nos dijo que hay dos caminos en la vida. Uno es ancho y el otro es angosto. Jesús dijo que muchas personas van por el camino ancho y pocas por el angosto. El camino angosto llega al cielo. Jesús quiere que escojamos ese camino. El camino ancho llega a la separación de Dios en el infierno para siempre. ¡Qué terrible!
Para estar en el camino angosto, debemos arrepentirnos de nuestros pecados y recibir al Señor Jesús como nuestro Salvador. La Biblia dice:
“Pero Dios…ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30).
¿Qué significa “que se arrepientan”? Arrepentirse significa dar la media vuelta. La razón por la que debemos dar la media vuelta es que hemos estado caminando en la dirección equivocada. No hemos estado caminando con Dios. Más bien, hemos estado caminando en nuestro propio camino. La Biblia dice:
“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino” (Isaíah 53:6).
Cuando reconocemos que hemos estado caminando por el camino equivocado, pero decidimos dar la media vuelta y dejar nuestro pecado, con la ayuda de Dios—eso es arrepentimiento. El arrepentimiento puede tomar lugar en un solo momento, y trae gozo al corazón de Dios.
Querido amigo, si usted no es salvo, está alejado de Dios. Pero Dios le ama, y no desea que se pierda para siempre.Usted es valioso para Dios. Puede saber cuán valioso es por el precio que estuvo dispuesto a pagar para que regrese a Él. Dios mostró Su gran amor al dar a Su Hijo para morir en la cruz por usted. Pero no le obligará a regresar a Él. Debe tomar esa decisión usted mismo.
Quizás ahora mismo Dios le esté hablando en su corazón. Si reconoce que ha estado en el camino equivocado, ¡dé la media vuelta! Dígale a Jesús: “Señor Jesús, quiero andar por Tu camino. Ya no quiero andar por el camino del pecado”.
CINCO PASOS
¡Mire! ¡Hay cinco pasos que llevan al camino angosto que va hacia el cielo! Hay palabras en cada paso. Vamos a ver lo que dicen. Empiece desde abajo y lea cada paso. Tome un momento para leer los pasos de nuevo. Repítalos en voz alta. Ahora hablemos de cada uno de los pasos, y veamos un versículo para cada uno.
“Por cuánto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
El primer paso para llegar a ser hijo de Dios es reconocer lo que soy a los ojos de Dios y aceptar lo que Él dice de mí.
En este versículo, Dios dice que cada uno de nosotros ha pecado. Todos hemos dicho y hecho cosas malas.
El pecado es algo terrible. Nos lastima a nosotros y lastima a los demás. Pero lo peor del pecado es que lastima el corazón de Dios. ¿Sabe usted por qué lastima el corazón de Dios? Porque Él es santo, y porque nos ama mucho.
No podemos deshacer ni una cosa mala que hacemos o decimos. Tal vez quisiéramos regresar el tiempo y deshacer lo que hemos hecho, eso es imposible. Pero sí podemos ser perdonados.
Dios puede perdonar todos sus pecados y hacerle Su hijo. Cualquier persona que se acerca a Jesús y confía en Él como su Salvador será hecho hijo de Dios. Jesús nunca echará fuera a ninguna persona que venga a Él. Dijo: “Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Como somos pecadores, necesitamos un Salvador. Este versículo nos dice que Dios ha dado a Su Hijo para ser nuestro Salvador. Eso significa que dio al Señor Jesús para morir en la cruz por nuestros pecados.
¿A quién se refiere Dios cuando dice que ama “al mundo”? Se refiere a todas las personas en el mundo. ¡Eso nos incluye a usted y a mí!
¿A quién se refiere Dios cuando dice “todo aquel”? Se refiere a cualquier persona. Usted puede poner su nombre en el versículo. ¿Por qué no lo hace ahora mismo?
Porque de tal manera amó Dios a ________ que ha dado a Su Hijo unigénito, para que _________, creyendo en él, no se pierda más tenga vida eterna.
Ahora lea el versículo en voz alta con su nombre. Esas son buenas noticias ¿verdad?
¿Cuál es el regalo de Dios para usted? Su Hijo. Dios le amó tanto que dio a Su amado Hijo para ser su Salvador. No tiene que pagar un regalo.
No tiene que trabajar para ganarlo. Pero hay una cosa que debe hacer para que un regalo sea suyo—lo debe recibir. Si quiere que el Señor Jesús sea su Salvador, debe recibirlo.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).
Este versículo nos dice que a pesar de que somos pecadores, Dios nos ama y dio a Su Hijo para morir por nosotros.
Dios no puede pasar por alto nuestros pecados o hacer de cuenta que no los ve. Dios debe castigar el pecado. Pero Dios permitió que Su Hijo, el Señor Jesús, tomara nuestro castigo. Él permitió que Jesús murier por nuestros pecados.
El Señor Jesús murió por los pecadores. Él murió por usted y Él murió por mí. Usted puede decir: “Cristo murió por mí”. Dígalo ahora mismo: “¡Cristo murió por mí!”
El Señor Jesús no sólo murió por nuestros pecados, sino que también resucitó de la muerte. ¡Él es el Salvador viviente! Él tiene todo poder en el cielo y en la tierra. Él puede perdonar sus pecados y hacerlo a usted un hijo de Dios.
El siguiente versículo nos dice cómo llegar a ser hijos de Dios. La Biblia dice:
“Mas a todos los que le recibieron [al Señor Jesús], a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
Para llegar a ser hijo de Dios debo acercarme como pecador y recibir a Jesús como mi Salvador. Dios me ha dado al Señor Jesús como mi Salvador, pero yo lo debo recibir como mi propio Salvador.
Debe ser algo personal. No es sólo que “todos somos pecadores”, sino: “Yo soy pecador”. No es sólo que “Jesús murió por los pecadores”, sino: “Jesús murió por mis pecados”. No es sólo que “Jesús es el Salvador”, sino: “Recibo a Jesús como mí Salvador”. Cuando recibo al Señor Jesús como mi Salvador, llego a ser hijo de Dios.
¿Cómo recibo al Señor Jesús como mi Salvador?
Usted recibe a Jesús como su Salvador al invitarlo a entrar en su corazón. Su corazón es como una casa con una puerta. El Señor Jesús dijo:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él” (Apocalipsis 3:20).
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36).
Este versículo dice que si cree en el Señor Jesús, tiene vida eterna. Repita el versículo en voz alta ahora mismo: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”.
Usted comprende esto, ¿verdad? Hemos hablado mucho de esto. ¿Está preparado para tomar su decisión?
¿Desea escoger el camino que lleva al cielo? Puede recibir a Jesús como su Salvador ahora mismo. Siempre estará feliz de haberlo hecho.
(Puesto que esto es sólo entre usted y el Señor Jesús, sería mejor que fuera a un lugar tranquilo donde pueda estar a solas por unos minutos. Así que, ahora mismo, antes de leer la siguiente parte, busque ese lugar donde pueda estar a solas con el Señor Jesús.)
Ahora está listo para hablar con el Señor Jesús. Aquí hay una oración que puede ayudarle:
“Señor Jesús, sé que soy pecador, y que he estado caminando por el camino equivocado. Pero creo que Tú eres el Hijo de Dios y que Tú moriste en la cruz por mis pecados. Gracias por amarme tanto. Por favor entra a mi corazón y límpiame de mis pecados. Te recibo como mi Salvador ahora mismo”.
¿Cómo puedo saber que soy salvo?
Cuando cree que Jesús murió por sus pecados, y lo recibe como su Salvador, es salvo. Dios perdona todos sus pecados y le hace Su hijo. Tiene vida eterna.
¿Cómo sabe que tiene vida eterna? Lo sabe porque Dios lo dice en Su Palabra. La Biblia dice:
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan 3:36).
¡Dios lo dijo!
¡Yo lo creo!
¡Estoy seguro!
Ser un hijo de Dios es lo más maravilloso en la vida, pero no siempre será fácil mientras estemos aquí en la tierra. El Señor Jesús nos dijo:
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).
Tendremos muchos problemas y pruebas en el camino a nuestro hogar celestial. Pero no tenemos por qué tener miedo si Jesús está en nuestro corazón. Él ha prometido: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5).
Si ha recibido al Señor Jesús como su Salvador, quisiéramos saberlo. Al final de la hoja de preguntas, encontrará un lugar donde nos puede escribir de su decisión.
Si no está seguro si es salvo, vuelva a leer esta lección y pídale al Señor Jesús que le ayude a entender. Recuerde, recibir a Jesús es lo más importante en la vida.