bajo un acuerdo especial con
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"La Nueva Vida en Cristo (Curso 3)"
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"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es…" 2 Corintios 5:17
Lección 6: El Segundo Hombre de Dios
La rebelión del hombre contra Dios
Dios creó al primer hombre, Adán, porque Él deseaba una raza de gente que le glorificara, pero Adán se rebeló contra Dios.
En nuestra última lección vimos el terrible resultado de la desobediencia de Adán. No sólo Adán mismo se volvió pecador sino también produjo una raza de pecadores. En vez de tener la vida de Dios en su interior, los hombres quedaron separados de Dios por causa del pecado. En vez de ser participantes de la naturaleza de Dios, los hombres se volvieron pecadores y egocéntricos. En vez de gobernar la tierra, los hombres se volvieron esclavos del pecado y de Satanás. ¿Cómo podía esta raza de hombres pecaminosos glorificar a Dios y cumplir con Su voluntad? La respuesta es: no lo podía hacer.
El propósito de Dios no ha cambiado
Dios aún deseaba una raza de gente que le glorificara. Pero, ¿cómo lo llevaría a cabo Dios? ¡Lo haría por medio de otro Hombre! Puesto que la ruina de la raza humana vino por medio de un hombre, Dios proveería la salvación de la raza humana por medio de otro Hombre: Jesucristo.
La Biblia dice:
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno los muchos serán constituidos justos (Romanos 5:19).
El Segundo Hombre de Dios
El primer hombre de Dios había fracasado en glorificarle, de modo que tenía que haber un segundo Hombre para que fuera el principio de una raza nueva que si glorificaría a Dios. Para ello Dios escogió a Su propio Hijo, para ser este Segundo Hombre. La Biblia dice:
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo (1 Corintios 15:47).
DIOS NOS AMABA y deseaba salvarnos. Para que esa salvación fuera posible, Dios enviaría a Su propio Hijo al mundo. Él moriría por los pecados de todo el mundo. Luego resucitaría de entre los muertos para convertirse en el principio de una raza nueva: los hijos de Dios. Por Su muerte y resurrección, el Señor Jesús haría posible que nosotros dejáramos la raza pecaminosa de Adán y que nos convirtiéramos en hijos de Dios. Ahora veamos cómo Dios hizo esto.
EL PRIMER PASO fue la Encarnación. ¿Qué queremos decir al hablar de la Encarnación? Sencillamente que Dios se hizo hombre. El mismo Hijo de Dios se convirtió en un ser humano. Cuán maravillosas son las palabras:
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (Juan 1:1, 14).
El que creó a los hombres se volvió hombre Él mismo. Este es en realidad un gran misterio. Un misterio aún mayor es la forma en que Dios se volvió un ser humano. El primer hombre, Adán, fue creado como un hombre ya adulto, pero el segundo Hombre, Jesucristo, entró a la raza humana como un bebé.
EL SEÑOR JESÚS nació de una virgen. No tuvo padre terrenal. ¿Quién, pues, era su padre? ¡Su Padre era Dios! María, Su madre, estaba comprometida para casarse con José, pero antes que ellos se unieran en matrimonio, un ángel se le apareció a María y le dijo:
El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios (Lucas 1:35).
El ángel también apareció a José y le dijo:
José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás Su nombre JESÚS, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:20-21).
El nombre Jesús quiere decir "Salvador".
Jesucristo, Dios Hecho Hombre
Jesucristo se llama el Dios Hombre porque Él era Dios perfecto y Hombre perfecto. Él era Dios porque Su Padre era Dios, y era Hombre porque Su madre era María. Él era uno con Dios y uno con la raza humana. Se le llama "el Hijo de Dios" porque es el unigénito Hijo de Dios el Padre. Se le llama "el Hijo del hombre" porque representa a todos los hombres. La Biblia dice:
…grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne… (1 Timoteo 3:16).
¿Por qué el Hijo de Dios vino a esta tierra como hombre? Por dos razones muy importantes.
1 Él vino para destruir las obras del diablo. La Biblia dice:
Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo (1 Juan 3:8).
2 Él vino para hacer posible que abandonáramos la familia pecaminosa de Adán y entráramos en la familia de Dios. Esto es lo que significa ser salvo.
Cómo fue puesto a prueba el Segundo Hombre
El primer hombre, Adán, fue tentado. Era necesario que también el Segundo Hombre, Jesús, fuera tentado. La Biblia dice:
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo (Mateo 4:1).
¿Por qué tento Satanás a Jesús? Su propósito era hacer que Jesús desobedeciera a Dios. Satanás tentó a Jesús tres veces para que Él actuara por voluntad propia. Jesús rehusó hacerlo las tres veces. ¡Satanás fue vencido!
El primer hombre, Adán, fue dominado por Satanás porque desobedeció a Dios. El segundo Hombre, Cristo, triunfó sobre Satanás porque obedeció a Dios.
El Señor Jesús se enfrentó a otras pruebas en Su vida y triunfó porque le agradaba hacer la voluntad de Su Padre. La Biblia dice:
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia (Hebreos 5:8).
Como había aprendido a obedecer a Su Padre en todas las cosas, estaba preparado para la última y más grande prueba final: la prueba de la cruz.
Jesús fue hecho pecado por nosotros
Como el Cordero de Dios, el Señor Jesús vino a llevar los pecados de todo el mundo. La Biblia dice:
Al que no conoció pecado (Jesús), por nosotros (Dios) lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5:21).
En el huerto de getsemaní, mientras pensaba cómo sería Él hecho pecado por nosotros, el Señor Jesús se postró sobre Su rostro y oró:
Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa… (Mateo 26:39).
Tan grande era Su agonía que Su sudor era como grandes gotas de sangre. Pero en esto, como siempre, fue obediente a la voluntad de Su Padre, y oró:
…empero no como yo quiero, sino como tú (Mateo 26:39).
La muerte terrible del Señor Jesús
El Señor Jesús fue llevado al pretorio (tribunal) de Pilato, el gobernador romano. Allí le quitaron Sus ropas y le azotaron con un látigo hecho de cientos de tiras de cuero, cada una de las cuales tenía un pedazo de metal o de hueso afilado en la punta para que cortara la carne.
Se burlaron de Él y le escupieron. Su rostro fue desfigurado como nunca fue desfigurado el rostro de un hombre. Burlonamente le colocaron en la frente una corona de espinas. Le dieron una cruz para que la llevara al Calvario, el lugar de Su ejecución.
En el Calvario Satanás hizo todo lo posible para que el Señor Jesús hiciera algo que le impidiera ser un Salvador perfecto. Pero, a pesar de todo lo que Satanás hizo, el Señor Jesús continuó amando a Dios con todo Su corazón. Siguió confiando en Su Padre. Continuó amando a Su prójimo. Rehusó sentir lástima de Sí Mismo. Él no quiso salvarse a Sí Mismo. Fue obediente hasta la muerte, aún la muerte de la cruz.
Al final de Su vida, el Segundo Hombre de Dios pudo decir:
Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese (Juan 17:4).
La resurrección gloriosa de Jesucristo
El cuerpo en el que el Señor Jesús había vivido por treinta y trés años fue bajado de la cruz, envuelto con ternura en un sudario y puesto en el sepulcro de un hombre rico. Durante tres días y tres noches Su cadáver permaneció en la tumba. Luego sucedió algo maravilloso: ¡El Señor resucitó de entre los muertos por el gran poder de Dios!
El Segundo Hombre de Dios había sido obediente a Su Padre en todas las cosas. La muerte no pudo retenerlo. Se levantó de la tumba, vencedor por siempre sobre el pecado, la muerte y Satanás. El Señor Jesús apareció a Sus discípulos con Su cuerpo resucitado y les mostró las marcas de los clavos en Sus manos y la herida de la lanza en Su costado.
La muerte y resurrección de Jesucristo son los acontecimientos más importantes en la historia del universo. La cruz de Jesucristo es la respuesta de Dios a la humanidad pecadora y a Satanás y sus huestes rebeldes de ángeles caídos. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, parecería como si Satanás hubiera logrado una gran victoria, pero fue todo lo contrario. La cruz con la cual Satanás quiso dar fin a la vida del Hijo de Dios se convirtió en la derrota de Satanás. Por la muerte y resurrección de Jesucristo, Dios destruyó las obras del diablo y libertó a los que Satanás tenía esclavizados. La Biblia dice:
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (Hebreos 2:14-15).
El Señor Jesús regresó al Cielo
El Señor Jesucristo apareció en la tierra durante cuarenta días después de Su resurrección. Fue visto por mucha gente. En una ocasión apareció a más que 500 de Sus discípulos. Antes de subir de nuevo al cielo, ordenó a Sus discípulos que fueran por todo el mundo y predicaran el Evangelio a toda criatura. Les hizo esta promesa maravillosa:
He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20).
Mientras que lo contemplaban, el Señor Jesús fue llevado de entre ellos y una nube le recibió y le apartó de Su vista. En Su cuerpo glorificado y resucitado, el Señor Jesús dejó la tierra y, pasando por las nubes, volvió al cielo.
Jesucristo, Señor de todo
Dios hizo a Su segundo Hombre, Jesucristo, Señor de todo. Hay un pasaje hermoso en el libro de Filipenses que nos dice cómo el Señor Jesús se humilló a Sí mismo y cómo el Padre le ha glorificado:
Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:8-11).
Jesucristo, el Principio de una Raza Nueva
Dios Padre no sólo hizo a Jesucristo Señor de todo, sino también Le hizo el principio de una nueva familia. Esta nueva familia se llama "los hijos de Dios".
Hay dos familias en el mundo. Cada una de estas familias tiene un principio. Adán es el principio de la familia pecaminosa que él produjo, y Jesucristo es el principio de la nueva familia llamada los hijos de Dios. Cada uno de nosotros, al nacer, vino a ser miembro de la raza pecaminosa de Adán. Pero ahora, mediante Su muerte y resurrección, el Señor Jesucristo ha hecho posible que nazcamos de nuevo espiritualmente y nos convirtamos en hijos de Dios.
En nuestra siguiente lección estudiaremos lo que significa nacer de nuevo del Espíritu de Dios.