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Lección 6: La Camionetita Roja
Los niños iban de regreso a casa con papá y mamá después de asistir a la iglesia. Mientras Laura brincaba en el asiento trasero le dijo a su madre: "Mamá, hoy en la Escuela Dominical la maestra nos contó que Jesús dijo que debemos perdonarnos unos a otros diecisiete veces".
"Diecisiete no", dijo Daniel. “Setenta veces siete. Eso es cientos de veces, ¿verdad, papá?”
"Sí", dijo papá. "El Señor Jesús nos ha perdonado muchas más veces que eso. Así que nosotros también debemos perdonarnos unos a otros".
"El versículo para memorizar fue largo", dijo Laura. "Yo sólo puedo decir la primera parte. 'Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros…'"
"'…como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo'", terminó diciendo Daniel. Luego él dijo: "Creo que el siervo de la historia que aprendimos hoy no sabía ese versículo, porque él era en verdad malo".
"Cuéntanos la historia", dijo mamá.
"Bueno", comenzó Daniel, "había un siervo que le debía mucho dinero al rey. El siervo lloró y suplicó al rey que le perdonara la deuda.
"Y el rey le perdonó. Pero el siervo era un hombre malo.
Él se fue y encontró en el camino a un compañero que le debía una pequeña cantidad de dinero. Y como su compañero no pudo pagarle, el siervo malo lo hizo llevar a la cárcel".
Laura dijo: "Aquél siervo no perdonó ni una sola vez, y no era nada amable".
"No", dijo Daniel. "Así que el rey puso al siervo malo en la cárcel.
¿Mamá tú crees que ese siervo se arrepintió después?"
"Eso espero", respondió mamá cuando se acercaban a la casa.
"Y recordemos que el Señor Jesús es nuestro Rey. Él nos ha perdonado todos nuestros pecados, y debemos perdonarnos los unos a los otros también".
Después de almorzar, Pedro vino a jugar. "Mira lo que traje para ti, Daniel", dijo Pedro, dándole una pequeña camionetita roja. "Mamá me dijo que podía dártela a ti porque tú me diste tu libro de historias bíblicas".
"¡Oh! Gracias, Pedro", dijo Daniel. Él sonreía mientras le daba cuerda a la camionetita. "Vamos a ver como corre".
Pedro dijo: "No le des mucha cuerda porque se puede romper".
Los niños miraban la camionetita correr de un lado al otro del piso. "Déjame darle cuerda", suplicó Laura.
"No", dijo Daniel. "Puedes romperla".
Un rato después Daniel puso la camionetita en su habitación y salieron todos a jugar.
Pero Laura no podía olvidar la camionetita. Pronto ella regresó a la casa. Fue a la habitación de Daniel y tomó la camionetita.
"Yo sé como darle cuerda", se dijo a sí misma.
Ella le dio vueltas a la cuerda una, dos, tres veces. Luego le dio una vuelta más a la llavecita y puso la camionetita en el piso.
¡Zuuumm! Se fue impulsada la camionetita directamente contra la pared.
"¡Oh! ¡Oh! ¡Detente!" gritó Laura, corriendo tras la camionetita. Pero fue demasiado tarde. La camionetita chocó contra la pared y una de las llantas de adelante se rompió.
"Oh, he roto la camionetita de Daniel", dijo Laura con un sollozo.
En ese instante Daniel entró en la casa diciendo: "Laura, ven afuera a jugar conmigo. Pedro se ha ido a su casa".
Laura levantó la camionetita y la llanta. Ella estaba llorando. “Mira, Daniel", dijo ella. "Yo estaba jugando con tu camionetita y se rompió. Lo siento, Daniel. Por favor perdóname".
Daniel se veía enojado. "No, yo no te perdonaré”, respondió él. "Yo te dije que no le dieras cuerda y ahora has roto mi camionetita nueva".
"Lo siento, en verdad lo siento", dijo Laura. "Tal vez papá pueda arreglarla. Por favor perdóname, Daniel".
"No", respondió Daniel. Luego se sentó en el piso y trató de poner la llanta otra vez a la camionetita. "Vete, Laura", dijo él.
Pero Laura no se fue. Ella se sentó al lado de Daniel diciendo. "Jesús dijo que perdonáramos siete veces..."
"Setenta veces, no siete", dijo Daniel enojado.
"Bueno, ¿me has perdonado tú todas esas veces?" preguntó Laura.
Daniel pensó por un momento. "Creo que no, Laura", respondió Daniel. "Pero no quiero perdonarte".
Laura dijo: "Entonces tú eres como aquél siervo malo, ya te dije que lo siento, pero tú no quieres perdonarme".
Daniel se quedó callado por un momento. Él recordó que Jesús le había perdonado a él. Pensó en las muchas veces que su mamá, papá y Laura le habían perdonado. Finalmente dijo: "Te perdono, Laura. Se que tú no querías romper mi camionetita".
Luego los niños tomaron la camionetita y fueron a buscar a papá.
Versículo para memorizar:
Jesús le contó a Sus discípulos una historia sobre un rey que tenía muchos siervos. Unos de sus siervos le debía al rey una gran suma de dinero—miles de dólares.
Cuando el rey le pidió al siervo que le pagara esa deuda, el siervo le dijo: "No te puedo pagar". Entonces el rey ordenó que este hombre, su esposa, sus hijos y todo lo que tenía fuera vendido para pagar su deuda.
El siervo se arrodilló ante el rey y le suplicó: "Por favor dame más tiempo y te pagaré todo lo que te debo".
¡El rey sintió compasión por este siervo y le perdonó toda aquella gran deuda! Este hombre le debía al rey miles de dólares y él le perdonó toda la deuda.
¿Tú sabes que hizo este siervo? Salió y encontró a un pobre hombre que le debía a él una pequeña cantidad de dinero—unos pocos dólares. Él se arrodilló a los pies del siervo y le dijo: "Ten compasión de mí. Dame un poco más de tiempo y yo te pagaré todo lo que te debo".
Pero el siervo malo no tuvo compasión del pobre hombre y lo hizo lleva a la cárcel.
Este fue un muy mal comportamiento del siervo malo. Él había sido perdonado de una gran deuda, sin embargo él no quiso perdonar una muy pequeña deuda.
El rey se enojó mucho cuando supo del mal comportamiento de este siervo y le dijo: "Siervo malvado, yo te perdoné una gran deuda. Tú debías haber sido bondadoso con aquel pobre hombre. Debías haberle perdonado". Entonces el rey ordenó que este siervo malo fuera enviado a la cárcel.
¿Qué nos está enseñando Jesús aquí? Jesús nos está enseñando que nuestro Padre celestial nos ha perdonado muchos, muchos pecados. Y como Dios nos ha perdonado mucho, nosotros debemos perdonar a otros las cosas malas que hagan contra nosotros.
(Lee Mateo 18:15-35)