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Esta lección está escrita por El Club del Buzón


presenta "Exploradores serie 2"

 

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El Club del Buzón

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Exploradores

Lección 1: Jesucristo es Dios

Jesucristo es Dios


Querido(a) amigo(a):

Como Dios nos ama tanto, nos dio el regalo más maravilloso posible. Nos dio a su Hijo el Señor Jesucristo, para ser nuestro Salvador. La Biblia dice:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Jesús es el Hijo de Dios

Dios quiere que sepamos quién es Jesús y lo que ha hecho por nosotros, así que Dios nos dio cuatro relatos de su vida. Estos libros de la Biblia se llaman “evangelios” y sus nombres vienen de los cuatro hombres que Dios eligió para escribirlos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

el Hijo de Dios

Al comienzo de su Evangelio, Juan nos habla del Señor Jesucristo, y lo llama el “Verbo”. Juan escribió: “En el principio era el Verbo [el Señor Jesús], y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1).

El Señor Jesús siempre ha existido. Antes que fueran creados la tierra, el sol, la luna o las estrellas, Él estaba El Club del Buzón presenta… allí con Dios Padre. Él es el Hijo de Dios. Pero hubo un tiempo en que Él se hizo hombre y vivió aquí en la tierra. La Biblia dice: “Y aquel Verbo [el Señor Jesús] fue hecho carne [fue un hombre], y habitó entre nosotros…” (Juan 1:14).

Jesús es "Dios con nostros"

Cientos de años antes de que naciera Jesús, Dios le dijo al profeta Isaías que un día nacería un niño milagro. Isaías escribió: “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14). El nombre “Emanuel” quiere decir “Dios con nosotros”. El niño prometido por Dios sería Dios y viviría con nosotros.

Jesús realmente fue un niño milagro porque no tuvo padre humano. Su madre María era virgen, una mujer pura y soltera que nunca había tenido relaciónes sexuales con ningún hombre. Estaba comprometida con José, pero la Biblia dice: “…antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18).

Jesús es el Hijo de Dios. Siendo aún niño ya quería hacer la voluntad de su Padre celestial. Le dijo a sus padres terrenales: “Debo estar en los negocios de mi Padre”. La Biblia dice: “Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52).

Durante su bautismo se abrieron los cielos y el Espíritu Santo bajó sobre Él en forma de paloma.

Cuando Jesús tenía treinta años comenzó su ministerio público. Fue bautizado por Juan el Bautista. Durante su bautismo se abrieron los cielos y el Espíritu Santo bajó sobre Él en forma de paloma. Dios Padre habló desde el cielo diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

Jesús vino para mostrarnos cómo es Dios

A Satanás le gusta poner ideas falsas de Dios en la mente de la gente. Dios quiere que tengamos ideas correctas de Él, por eso mandó a su Hijo para que nosotros sepamos de verdad cómo es Él. La Biblia dice: “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).

Jesús nos enseñó y nos mostró que Dios nos ama a pesar de nuestros pecados. Dios conoce todos nuestros pecados, pero nos ama tanto que no quiere que nadie se pierda. La Biblia dice que Dios no quiere “que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

Jesús demostró que Dios ama a los niños

Una vez algunas madres trajeron a sus niños a Jesús para que los bendijera. Jesús amaba a los niños y ellos lo amaban a Él. Los tomó en sus brazos y los bendijo.

Los discípulos probablemente creyeron que los niños estaban estorbando a Jesús, entonces les dijeron a las madres que se los llevaran. Cuando Jesús vio lo que hacían los discípulos se disgustó mucho. La Biblia dice que estaba “enojado” y les dijo a sus discípulos: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14).

“Dejad a los niños venir a mí"

¿Cómo es Dios? ¡Es como Jesús! El Señor Jesús dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre…” (Juan 14:9). Por eso sabemos que Dios realmente ama a los niños.

Jesús demostró que Él es Hijo de Dios

Jesús dijo que Él era el Hijo de Dios. Lo demostró por las grandes obras que hizo, veamos solo algunas:

• Jesús calmó el viento y el mar. En Mateo 8 leemos el relato de cuando Jesús estuvo en un pequeño bote con sus discípulos. Jesús se durmió, y mientras dormía se levantó una gran tormenta. La tormenta era tan fuerte que los discípulos creyeron que se iban a hundir. Asustados despertaron a Jesús diciendo: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”

Jesús se levantó y reprendió al viento y a las olas.

Jesús se levantó y reprendió al viento y a las olas. Inmediatamente el viento dejó de soplar y el mar se aquietó. Los discípulos estaban asombrados y dijeron: “¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?” (Mateo 8:27).

Jesús tenía poder sobre los espíritus malignos

• Jesús tenía poder sobre los espíritus malignos. Los malos espíritus son siervos de Satanás, a veces entran en las personas y les hacen hacer cosas terribles. Cuando Jesús le ordenaba a alguno que saliera de una persona, éste le obedecía al instante. Los malos espíritus saben que Jesús es el Hijo de Dios. Marcos 5 habla sobre esto.

• Jesús sanó toda clase de enfermedad. Él restauró la vista a los ciegos, hizo que los sordos oyeran y que los cojos caminaran (Lucas 4:38-40).

• Jesús tenía poder hasta para resucitar personas. Supongamos que un amigo tuyo muere y tú vas al funeral. De pronto el predicador se acerca al ataúd y le dice al muerto, “¡Levántate!”, y la persona se levanta y camina. ¿No sería esto la cosa más asombrosa que hubieras visto?

Jesús dijo, “¡Lázaro, ven fuera!”

Esto pasó de verdad cuando Jesús estaba aquí. Él es Dios y resucitó a tres personas. Una de ellas fue su amigo Lázaro, quien llevaba muerto cuatro días cuando Jesús llegó a la tumba. Jesús dijo, “¡Lázaro, ven fuera!” Lázaro vino caminando de la tumba todavía vestido en su mortaja (Ver Juan 11).

Jesús vino a quitar nuestros pecados

Jesús no vino al mundo solamente para hacer grandes obras; la razón más importante fue que vino para morir por nuestros pecados y así salvarnos. Cuando Juan el Bautista vio por primera vez a Jesús, exclamó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

En la cruz, Jesús recibió el castigo por nuestros pecados. Cuando estaba muriendo, dijo: “¡Consumado es!” Él pagó el castigo por nuestros pecados. Somos salvos al creer en Él. La Biblia dice: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo…” (Hechos 16:31).

3 Grandes Hechos para recordar

1. Jesucristo es Dios. Jesús dijo, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).

2. Dios Hijo ha estado aquí. ¡Piénsalo! ¡Dios ha estado en esta tierra! La Biblia habla de Jesús con estas palabras: “indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne…” (1 Timoteo 3:16).

3. Jesucristo pagó el castigo por nuestros pecados. Dios perdona todos nuestros pecados cuando aceptamos a Jesús como Salvador. Jesús murió por nuestros pecados y Dios nos perdona por medio de Jesús. La Biblia dice: “Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su nombre” (1 Juan 2:12).


Mi versículo de Memoria: Hechos 16:31

Mi Oracion

“Padre, yo creo que Jesucristo es tu Hijo, y que murió por mis pecados. Es maravilloso pensar que Jesús me amó tanto que voluntariamente dio su vida por mí. Te quiero, y creo en tu Hijo, el Señor Jesucristo. Oro en el nombre de Jesús”.


Rubén y su espada secreta

CAPÍTULO UNO
Macetas vacías

Rubén dio un suspiro de alivio cuando escuchó sonar el timbre de la escuela. Quería ir a buscar a su mejor amigo, Carlos, y contarle lo que había pasado el día anterior. Cuando vio a Carlos se abrió camino a empujones entre la muchedumbre ruidosa del pasillo. Rubén tomó a Carlos del brazo y le dijo: “Hola, Carlos, tengo algo emocionante que te quiero contar. ¿Puedes venir a mi casa y hablar conmigo?”

“¡Claro que sí!”, dijo con una sonrisa. “Voy a recoger mis libros y enseguida voy”.

Los chicos fueron al jardín de Rubén y se sentaron sobre el césped.

Los chicos fueron al jardín de Rubén y se sentaron sobre el césped. “¿Ahora qué tienes que es tan sorprendente?”, preguntó Carlos.

“¿Te acuerdas de cuando estábamos hablando de qué pasa cuando una persona muere?” le recordó Rubén a Carlos. “Bueno, pues ayer fuimos a la iglesia con mi tía, mi tío y la prima Rebeca, que recién se habían mudado al otro lado de la calle.

“La maestra de Rebeca en la Escuela Dominical nos mostró en la Biblia que todos somos pecadores y que la paga del pecado es la muerte”.

Carlos se burló: “Rubén, todos saben que tarde o temprano se van a morir”.

“Bueno, la maestra nos dijo que hay dos clases de muerte”, continuó Rubén, “la muerte de nuestro cuerpo es una. Después hay una muerte eterna, que significa estar separado de Dios y estar perdido en el infierno para siempre; pero Jesús murió para quitarnos el castigo de nuestros pecados. Si le decimos que estamos arrepentidos y lo recibimos como Salvador, Él nos perdona, entra en nuestro corazón, y nos da vida eterna. Después, cuando nuestro cuerpo muere, Jesús nos llevará a vivir con Él al cielo para siempre”.

“¿Y entonces?”, Carlos no parecía muy entusiasmado al oír las noticias de Rubén.

“Y entonces, yo…yo… me quedé después para hablar con la maestra de la Escuela Dominical”, continuó Rubén. “Luego le pedí a Jesús que me perdonara y que fuera mi Salvador, y lo hizo. Carlos, yo sé que Jesús entró en mi vida. La maestra me mostró en la Biblia cuando Jesús dijo: ‘yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás’. Carlos, quiero que tú también tengas a Jesús como Salvador, Carlos. Sé que estarás tan feliz como yo”.

Carlos se revolcó un poco sobre el césped frunciendo el ceño, y dijo: “No, Rubén, no me interesa. Mi hermana Elizabet volvió a casa de un campamento el año pasado y dijo que había sido salva. Ella era muy buena al principio, pero no duró. Ahora se comporta peor que nunca. Supongo que antes de intentarlo veré si esto te sirve de algo a ti”.

Carlos se levantó y caminó de vuelta al portón. “Gracias por la charla, Rubén. Hasta luego”.

Rubén se quedó muy desilusionado mientras observaba a Carlos irse del jardín. Había fallado al convencer a su amigo sobre Jesús. Pero estaba decidido a demostrarle a Carlos que ser cristiano cambia de verdad la vida de una persona.

Los siguientes días de escuela no fueron fáciles para Rubén. Todos se daban cuenta que había dejado de usar malas palabras y de decir cosas en contra de los maestros. Cuando Rubén se negó a ayudar a unos de los chicos a robar golosinas de la tienda de la esquina, empezaron a llamarlo “chico predicador”.

Carlos no decía mucho cuando los otros se burlaban de Rubén, pero lo miraba. Lo que más le preocupaba a Rubén era que Carlos estaba pasando bastante tiempo con un buscapleitos llamado Alejandro.

El viernes por la tarde, Rubén ya estaba desanimado cuando se iba de la escuela. Había empezado a lloviznar y tenía que llegar a casa para terminar de arreglar el patio del Sr. Benítez antes de que se mojara demasiado.

Mientras Rubén caminaba del patio de los Benítez hacia el jardín vio a alguien salir corriendo con una chaqueta sobre la cabeza. Lo vio correr hasta el patio de Carlos.

Rubén dijo entre dientes: “Me pregunto porqué Carlos se iría corriendo así, él sabe que yo iba a trabajar aquí esta tarde”.

De repente Rubén se quedó con la boca abierta cuando vio que en el jardín del Sr. Benítez las macetas estaban volteadas y las flores esparcidas por el césped. “¡La familia se enojará conmigo cuando regrese!” pensó Rubén.

Sin pensarlo, Rubén atravesó corriendo la calle hasta la casa de Carlos. Carlos estaba cerrando la puerta del garaje cuando Rubén lo agarró le gritó furioso, “¡Gusano! ¿Por qué tiraste las flores de la Sra. Benítez? ¿Por qué me quieres meter en problemas?”

“¡UNA BROMA!” - gritó Rubén mientras la cara se le enrojecía de furia.

“¡Déjame en paz! Yo no le hice nada a las flores”, respondió Carlos.

“¡Sí lo hiciste!”, dijo Rubén mientras empujaba a Carlos. “Y me vas a ayudar a arreglar lo que hiciste y a limpiar este desorden”.

“¡Ja, ja, ja!” Rubén escuchó a Alejandro desde adentro del garaje. “Ya te dije, que esas cosas religiosas de Rubén no durarían”.

“Sí, me parece que tienes razón. Rubén ni siquiera soporta una broma”, dijo Carlos con un reproche en su voz.

“¡UNA BROMA!” —gritó Rubén mientras la cara se le enrojecía de furia. “¿Te parece una broma dañar el jardín de alguien? Esto es cruel”. Rubén se dio la vuelta y corrió por la calle, sintiéndose mal.

Regresó al jardín del Sr. Benítez. Cuidadosamente volvió a poner la tierra en las macetas y plantó las flores de nuevo. Después de regarlas un poco más, se volvió a su casa.

Quién dio vuelta a las macetas del Sr. Benítez?

¿Que hará Rubén ahora?

No te pierdas la continuación de la historia de Rubén en tu próxima lección.

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