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Esta lección está escrita por El Club del Buzón


presenta "Un País que se llama El Cielo"

 

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Un País que se llama El Cielo

Lección 9: ¡Una Nueva Familia!

¡Una Nueva Familia!


Querido amigo(a):

La clave para comprender la Biblia es ver que Dios trata a la raza humana en base a dos hombres—Adán y Cristo. En la Biblia Adán es llamado el “primer hombre” y Cristo es llamado el “segundo Hombre”.

El pecado y la muerte entraron al mundo porque Adán, el primer hombre de Dios, desobedeció a Dios. La salvación llega a nosotros a través de Jesucristo, el segundoHombre de Dios. En esta lección vamos a aprender acerca de estos dos hombres.

El primer hombre de Dios

Adán es llamado el “primer hombre” de Dios porque en realidad fue el primer hombre—la cabeza de la familia humana. El hombre no surgió de los animales. Fue creado por Dios. Y fue creado a la imagen de Dios. La Biblia dice:

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27).

Toda la raza humana vino de Adán

Dios no creó a millones de personas para llenar la tierra. Él creó a un solo hombre, Adán, y creó una esposa para Adán. Su nombre era Eva. Toda la raza humana vino de Adán y Eva.

¿Por qué creó Dios al hombre? Creó al hombre para Su gloria y para Su placer. Dios deseaba toda una raza de personas a Su Propia imagen. Deseaba una raza de personas que le glorificaran. Deseaba una raza de personas en quienes podría encontrar placer. La Biblia dice:

“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4:11).

El hombre fue la creación especial de Dios, creado a Su imagen y creado con un espíritu para que el Espíritu de Dios pudiera morar en él y darle vida a su espíritu humano.

Adán trajo el pecado y la muerte al mundo.

Adán y Eva

Adán y Eva fueron puestos en el hermoso huerto del Edén y tenían todo lo que necesitaban para ser felices. Dios les prohibió una sola cosa—comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios les dijo que si desobedecían, sin duda morirían.

Eva fue engañada por Satanás y tomó del fruto y lo comió. Adán no fue engañado. Decidió desobedecer a Dios. Él también tomó del fruto prohibido y lo comió.

Cuando Adán desobedeció a Dios, pecó. Cuando pecó, murió. En ese momento, no murió físicamente, pero murió espiritualmente. En ese momento el Espíritu de Dios abandonó el espíritu de Adán.

El pecado y la muerte entraron al mundo a través de la desobediencia de Adán. Puesto que Adán era la cabeza de la raza humana, trajo el pecado y la muerte a toda la familia humana. La Biblia dice:

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).

Adán produjo una raza de pecadores.

Cuando Adán se rebeló en contra de Dios, pasó al reino de la oscuridad de Satanás.

Adán produjo una raza de pecadores

Como Adán era la cabeza de la familia humana, introdujo a toda la familia humana en el reino de oscuridad de Satanás y bajo el poder del pecado.

Otra cosa también sucedió. Hubo un cambio en la naturaleza de Adán. Ahora tenía una naturaleza pecaminosa. En lugar de amar a Dios y desear hacer la voluntad de Dios, Adán tenía una naturaleza pecaminosa.

Puesto que Adán era la cabeza de la familia humana, traspasó su naturaleza pecaminosa a sus hijos y a toda la raza humana. La Biblia dice:

“Por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores” (Romanos 5:19).

La familia de Adán no agradaba a Dios.

Al crecer la familia de Adán, las personas se hicieron muy pecaminosas. Hacían cosas terribles. La Biblia dice:

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5).

Cada persona que nace en este mundo nace en la familia pecaminosa de Adán. Cada persona que nace en este mundo tiene una naturaleza pecaminosa. Deseamos andar por nuestro propio camino y no por el camino de Dios. La Biblia dice:

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6).

Dios había deseado una raza de personas que le honraran y glorificaran a Él, pero el primer hombre de Dios, Adán, produjo una raza de pecadores. ¿Podía acaso una raza de pecadores agradar el corazón de Dios? No, no podía.

Cristo es el segundo Hombre de Dios.

La condición de la raza humana era sin esperanza. Estábamos separados de la vida de Dios. Estábamos en el reino de oscuridad de Satanás. Eramos pecadores por naturaleza.

Pero Dios nos ama y envió a Su Hijo al mundo para ser nuestro Salvador y para que pudiéramos tener vida nueva a través de Él. Él es llamado el “segundo Hombre”. La Biblia dice:

“El primer hombre [Adán] es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo” ( 1 Corintios 15:47).

¿Quién es el “segundo Hombre” de Dios? Es el “Señor del cielo”. Es el mismo Señor Jesucristo. Jesús, el Hijo de Dios, es el segundo Hombre de Dios.

El segundo Hombre de Dios siempre agradó a Su Padre.

Jesucristo, el segundo Hombre de Dios, siempre obedeció a Su Padre

El primer hombre de Dios, Adán, desobedeció a Dios y trajo el pecado y la muerte al mundo. Pero Jesucristo, el segundo Hombre de Dios, siempre obedeció a Su Padre. Nunca pecó, ni una sola vez, siempre hizo las cosas que agradaban a Su Padre. Jesús dijo:

“Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (Juan 8:29).

En dos ocasiones, Dios el Padre habló del cielo diciendo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 17:5).

El segundo Hombre de Dios es “Señor de todo”.

Jesucristo vino para quitar nuestros pecados y darnos vida nueva. Para poder hacer esto, tomó nuestro lugar. Todos nuestros pecados fueron puestos sobre Él. Es por eso que el Hijo de Dios sin pecado murió de una manera tan terrible.

Jesús murió en la cruz y fue sepultado, pero al tercer día resucitó. Después de Su resurrección apareció a los creyentes muchas veces durante un período de 40 días. Después regresó al cielo.

Ahora Jesucristo, el segundo Hombre de Dios, está delante de Él. Dios se agrada de Jesús. Se complace tanto en Su Hijo que lo ha puesto sobre todas las cosas. Dios lo ha hecho “Señor de todo”. Esto significa que Dios ha hecho a Jesucristo Señor sobre todo el universo. La Biblia dice:

“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano” (Juan 3:35).

Jesucristo es la Cabeza de la nueva familia de Dios.

Dios no sólo ha hecho a Su Hijo Jesús “Señor de todo”, sino que lo ha hecho la Cabeza de una nueva familia llamada “los hijos de Dios”.

Cuando nacimos, nacimos en la familia pecaminosa de Adán. Por nacimiento físico cada persona está en la familia de Adán. Esta familia está bajo el juicio de Dios. La Biblia dice: “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4).

¿Cómo podemos salir de la familia pecaminosa de Adán y entrar a la nueva familia de Dios? Sólo hay un camino—tenemos que “nacer de nuevo”. Jesús dijo:

“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).

Cada persona necesita nacer de nuevo. ¿Por qué? Porque ha nacido en la familia pecaminosa de Adán que está bajo el juicio de Dios.

Jesucristo es la Cabeza de la nueva familia de Dios

No importa quien es usted, si desea ir al cielo, debe nacer de nuevo. Jesús dijo: “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7).

¿Cómo nacemos de nuevo? Al creer en el Hijo de Dios y al recibirlo como nuestro Salvador. La Biblia dice:

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).

Tengo una nueva familia.

En el momento en que recibí al Señor Jesús como mi Salvador, ¡todo cambió! Todos mis pecados fueron perdonados. Nací en la familia de Dios. Ya no estoy en el reino de oscuridad de Satanás. Más bien, estoy en el reino del amado Hijo de Dios. El Espíritu Santo ha venido a vivir en mí.

Conozco el amor de Dios.

La muerte de Jesucristo el Hijo de Dios en la cruz es una prueba grande y eterna del amor de Dios por nosotros. Dios mostró Su gran amor por nosotros al darnos a Su amado Hijo para morir en nuestro lugar. La Biblia dice:

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Para los que dudan de Su amor, Dios nos señala a Su Hijo en la cruz. Él nos ha amado con amor eterno. Ha mostrado Su amor por nosotros al entregar lo más preciado que tenía. Dio a Su amado Hijo para morir en nuestro lugar. Cuando miramos a Su Hijo en la cruz y vemos el sufrimiento y Su muerte por nuestros pecados, ¿cómo podemos dudar de Su amor?

Dios nos recibe con gozo.

Jesús utilizó parábolas para enseñar verdades espirituales. Una parábola es una historia terrenal con un significado espiritual. En Lucas capítulo 15, Jesús nos dio una maravillosa parábola del hijo pródigo. El hijo pródigo nos representa a nosotros y el padre representa a Dios.

El hijo tomó lo que su padre le había dado y se fue a un país lejano.

En esta parábola, cierto hombre tenía dos hijos. El hijo menor deseaba irse de la casa y hacer lo que le daba la gana. Pidió que su padre le diera su parte de las riquezas de la familia. Nos podemos imaginar que el padre le rogó a su hijo que se quedara pero el hijo estaba decidido a irse por su propio camino.

El padre le dio al hijo su porción de la herencia. El hijo tomó lo que su padre le había dado y se fue a un país lejano. Allí malgastó su herencia en una vida pecaminosa.

Cuando el hijo había gastado todo lo que tenía, llegó una gran hambre a la tierra. El hijo ahora se encontraba en condiciones terribles. Estaba sucio y vestía harapos. Tenía tanta hambre que deseaba comer las algarrobas que les estaba dando a los cerdos.

Tenía tanta hambre que deseaba comer las algarrobas que les estaba dando a los cerdos.

Un día, el hijo empezó a pensar en la casa de su padre y en todas las cosas buenas que había allí. Dijo: “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros”.

Se levantó y regresó a su padre. Esto es lo que la Biblia llama arrepentimiento. El arrepentimiento es dar la media vuelta. Cuando usted se da cuenta que ha estado yendo en la dirección equivocada, da la media vuelta y camina hacia Dios. Eso es arrepentimiento.

lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó

En el camino, el hijo sin duda se preguntaba cómo lo recibiría su padre. ¿Estaría enojado con él? ¿Le diría que ya no podía regresar después de lo que había hecho?

¿Cómo lo recibió el padre? Jesús dijo: “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó”.

Este es el único lugar en la Biblia que nos sugiere que Dios tiene prisa. Entendemos que al igual que el padre salió corriendo para recibir al hijo, así Dios también “corre” para recibir a un pecador arrepentido que se acerca a Él, confiando en Cristo como su Salvador.

Esta parábola le muestra cómo Dios lo recibirá

Quizás usted aún no es salvo. Sabe que es pecador. El diablo le dice: “No creas que alguien como tú pueda recibir algo de Dios”. Pero Satanás es un mentiroso. ¿Qué es lo que dice Dios? Él dice:

“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos” (Isaías 1:18).

Quizás usted confió en Cristo como su Salvador hace mucho tiempo, pero después usted se alejó de Él y se fue por su propio camino. Ha estado lejos de Dios por un tiempo, pero ahora está cansado de la vida en el “país lejano”. Desea regresar a Dios, pero no sabe cómo lo recibirá Dios. Esta parábola le muestra cómo Dios lo recibirá.

No espere más. Venga a Él ahora. Venga tal y como está. Descubrirá que Dios es mucho más bondadoso y lleno de gracia de lo que jamás se había imaginado. Él le dará la bienvenida con gozo.


Joya Descubierta

Versículo para memorizar: Juan 3:3

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